Suma y sigue

02 octubre 2006 · 0 comentarios

Muchas lunas desde mi última aparición por este blog a contar peripecias.

El verano que nos ha abandonado ha dejado pocas epopeyas ciclistas para el recuerdo, por no decir ninguna, ya que las vacaciones de verano han sido eso... vacaciones.

Desde el retorno al hogar después de la huida veraniega, he intendado reducir el incremento de masa corporal -básicamente en forma de michelines- con salidas en bici más o menos largas, aunque la NOTICIA así, con mayúsculas de este verano, ha sido la incorporación de mi cónyuja al mundo de los ciclistas.

Con ella he compartido media docena de salidas por la montaña y sinceramente evoluciona favorablemente.

Esta semana pasada, coincidiendo que el día 25 era festivo en Barcelona ciudad y que mis mujeres tenían obligaciones que cumplir, me dirigí a darme una vueltecita sin prisa. No tenía un destino fijo y sólo me proponía rodar un poco hasta que me cansara y para casa.

Salí en dirección al GR-92 en la zona que atraviesa el Maresme y como me iba encontrando bien, pues seguí hasta que enfrentado a la subida al Santuari del Corredor ya me noté bastante cansado, así que tras coronar, me dirigí a Sant Celoni, cogí el tren - por cierto, al ser festivo en Barcelona, se consideró festivo en toda la red de cercanías de la provincia y me tocó esperar casi una hora el tren. Bien por RENFE...- y para casa a donde llegué con el tiempo justo de preparar la comida y compartir mesa con mi cónyuja.

No contento con los 62 kilómetros del ala, el domingo me junté con Alfons y Tico, con la intención de seguir el track de la Trinxacadenes 2005. Esta es una pedalada joven pero que está teniendo muy buenas críticas por parte de los bikers que la han realizado. Transcurre por la zona de Vallromanes y Santa Maria de Martorelles y se presentaba bastante dura sobre el papel, bueno, mejor dicho sobre la pantalla del ordenador, que es donde se evalúan estas cosas antes de hacerlas.

Así me reuní con Alfons en Montcada y por la carretera de la Roca nos dirigimos hacia Santa Maria donde nos encontramos con Tico. Por el camino nos adelanta un trío de ciclistas de carretera y aprovechamos para cogerles la rueda y llegar en un periquete a Santa Maria.
Hechos los saludos, empezamos a subir hasta la intersección con el track que pretendíamos seguir y que nos costó un poco seguir.
Tras abandonar el asfalto y empezar a subir la pista de tierra, un comentario de Tico me dejó bastante mosqueado: "Uy, si aquí es donde una vez se desmayó mi cuñado subiendo estas cuestas". Comentario premonitorio sobre la dureza de lo que nos esperaba.

Unas rampas impresionantes, con el firme en mal estado, pronto me obligaron a poner el plato pequeño y en los tramos más duros, el molinillo fue mi compañero de fatigas. También cambié el deporte del ciclismo por el del senderismo en el tramo final de una de las subidas. Iba con la lengua fuera y eso que acabábamos de empezar... Mientras tanto Alfons y Tico subían hablando como si tal cosa. Definitivamente me falta bastante para ponerme a punto y los excesos vacacionales me siguen pasando factura.

Tras coronar la Serralada de Marina, la cosa ya se suavizó bastante y al llegar el GR-92 tras pasar por un recóndito sendero, un numeroso grupo de bikers nos adelanta y el que iba en cabeza, se pega un talegazo de mil demonios justo delante de nosotros, sufriendo desperfectos de chapa y pintura en el codo izquierdo. Un chorro de agua bastó para limpiar la zona y para seguir la marcha. Definitivamente el neumático Michelin que llevaba en la rueda delantera, que ya no me gustaba, ha pasado a la lista de "cosas que nunca pondré en la bici" pues la derrapada que hizo y que provocó la caida no estaba muy justificada.

Sabiendo que tocaba bajar hasta Alella para volver a subir, nos tomamos la licencia de variar el track sobre la marcha y cambiar ese baja-sube por un café con leche en Can Raspall, donde volvemos a coincidir con el biker accidentado.

Volvemos a retomar el track y emprendemos la bajada a Vallromanes por un sendero precioso donde con una rama me pego un corte en el dedo meñique de la mano izquierda que un poco más y hubiera necesitado un punto de sutura.

Pasamos Vallromanes y seguimos en dirección al Campo de Golf donde la montaña que tenemos de frente nos separa de Santa Maria de Martorelles. Como suponemos, el track atraviesa la montaña, así que de nuevo nos zampamos un subidón acongojante -por no decir acojonante- y al final termino pateando los metros finales de la subida más dura. Estoy hecho caldo y todavía falta bastante, suerte que Alfons propone bajar lo más rápidamente posible hacia Santa Maria de Martorelles pues ya se hacía tarde.

Tomamos una pista de bajada que nos lleva directamente hacia Santa Maria, donde nos despedimos de Tico y cogemos la carretera de la Roca para volver hasta Montcada. Al pasar por Sant Fost de Campcentelles nos adelanta un ciclista de carretera y Alfons tira tras él como un poseso. Yo intento seguirles pero voy ya bastante tocado.
Aún así consigo mantener más o menos la rueda hasta que faltando 1 km para llegar a Montcada pierdo la rueda y me rindo. Alfons que me ve afloja y como buen compañero de fatigas me espera.
Llegamos a Montcada y allí nos despedimos hasta la siguiente batallita y yo sigo por el paseo fluvial del Besós hasta casa donde llego hecho unos zorros, como si me hubieran dado una paliza.
Me preparo un bidón de Isostar que me sienta la mar de bien y haciendo memoria no recuerdo haber hecho una salida tan dura como la Trinxacadenas.

Habrá que seguir saliendo y definitivamente hacer un poco de dieta porque esto ya no puede seguir así...

Peregrinación a Montserrat

19 junio 2006 · 0 comentarios

Ya hacía bastante tiempo que me rondaba por la cabeza intentar llegar hasta Montserrat subido en la bicicleta.
Esta vez aparte del componente deportivo se le añadía un componente más espiritual, pues tenía pendiente desde ya hacía demasiado tiempo una visita a "mi Moreneta".
Con estos antecedentes, había conseguido medio engañar a Alfons para que me acompañara y teníamos fijada la fecha del 2 de julio próximo, para intentar acometer tamaña gesta.
Anulaciones de última hora en compromisos previos, nos dejaron el día 11 de junio disponible y, ni cortos ni perezosos, cambiamos la fecha y para Montserrat se ha dicho.

A las 7:15 iniciamos la ruta desde la misma puerta de Alfons y nos dirigimos hacia Sant Cugat siguiendo un par de tracks que había conseguido en la red.
Tras pasar por el campo de golf de Sant Cugat, que a aquellas tempranas horas domingueras ya tenía bastantes practicantes, nos adentramos en el Parque de Collserola con destino al Puig Madrona, el cual bordeamos tras pasar por la Ermita de Salut.

Primera duda en el seguimiento del track, que nos lleva a dar una vueltecita pero enseguida encontramos de nuevo el camino. Pasamos por el cementerio de Roques Blanques en El Papiol que a esa hora todavía no cuenta con visitantes y donde se respiraba bastante Paz.

Siguiendo el track, segundo despiste del día. Demasiado cercano al primero y me empiezo a mosquear conmigo mismo por no saber interpretar lo que el GPS me dice. Enseguida solventamos la pérdida y retomamos el camino correcto. A partir de aquí, las minúsculas flechas amarillas que indicaban el camino correcto, se vuelven flechotas enormes que casi nos hacen olvidar el GPS y seguir exclusivamente las indicaciones que vamos encontrando.
En cuanto a la orografía, ya nos vamos enfrentando a lo que será una constante hasta llegar al último subidón que lleva directamente a Montserrat, que son continuos sube-baja, o mejor dicho baja-sube, pues da bastante rabia ver como pierdes altitud para, inmediatamente, tener que volver a ganarla.

Ya empezamos a tener hambre y, como caida del cielo, nos cruzamos con la carretera que va desde Terrassa hasta Martorell, justo a la altura de un restaurante con una pinta increible. No lo dudamos ni un segundo y nos paramos para reponer fuerzas.
Dos tostadas de pan de payés con lomo y queso, Coca-Cola y un cortado nos dejan más que repuestos y con las pilas cargadas para el resto del camino.
Ir hasta el restaurante nos ha alejado del camino marcado por las flechas amarillas, pero siguiendo el señalado por el track, así que al reanudar la marcha decidimos seguir el track y no deshacer lo andado para buscar las flechas, convencidos de que más alante volverían a juntarse ambos caminos.

Siguen los baja-sube y el calor empieza a hacerse patente pues este tramo de la ruta transcurre por una zona bastante falta de sombras y polvorienta.

Enseguida nos encontramos con que el camino que transitamos está marcado con unos papelitos de color naranja de una caminada desde Barcelona a Montserrat. ¡Para que luego digan que nosotros estamos locos!.
Tras atravesar varias urbanizaciones, finalmente bajamos por una trialera que al final nos hace poner pie a tierra, pues no estamos para caernos a estas alturas. Allí hay un cartel que anuncia que nos faltan 25 kms a Montserrat y eso nos anima bastante.
Abajo del todo llegamos al cauce de un riachuelo afluente del Llobregat. Me vuelvo a despistar y si no es por Alfons que ve uno de los cartelitos naranja, nos hubiéramos desviado bastante. Me vuelvo a mosquear conmigo mismo por no ir pendiente del GPS.

Al otro lado del cauce empieza un subidón que hacemos empujando. Suerte que es bastante corto y enseguida se convierte en asfaltado al paso por una urbanización. Continuamos el track y las flechas amarillas que ya coinciden durante un buen rato, hasta que las flechas se van hacia una trialera de bajada y el track indica recto por la urbanización.
Nuevamente una pequeña crisis pues nos surje la duda de que el track vaya por un sitio de más subida en lugar de escoger el camino que baja. Reviso otro track que llevo de soporte y este también indica continuar por la urbanización, así que seguimos subiendo aunque bastante mosqueados pues al frente se ve una montaña que no tenemos ningunas ganas de subir para volver a bajarla para llegar hasta la falda de Montserrat.
Un par de kilómetros más allá, empieza una bajada que nos lleva hasta una carretera que va a parar hasta Olesa de Montserrat. La bajada es bastante rápida y propongo tomar algo fresquito al llegar al pueblo, cosa que hago yo solo pues a Alfons no le apetece. Me tomo una Coca-Cola que me sabe a gloria, pues ya estaba un poco harto del agua del Camelbak.
Seguimos la ruta hacia Monistrol de Montserrat en busca del inicio de la subida que nos llevaría hasta el Monasterio.
Este enlace es bastante incómodo pues, al no encontrar un camino alternativo, lo hacemos por carretera. A pesar de que hay un hermoso arcén por el que transitamos, no somos muy amantes del tráfico rodado, así que apretamos el paso a pesar de la subida de algunos tramos. Creo que es aquí donde Alfons se lleva la puntilla, pues no deja mi rueda en ningún momento y acaba de "petar".

Por fín hemos llegado a Monistrol, aunque Alfons va bastante cansado. Incluso propone subir al Monasterio en el teleférico. Medio le convenzo con la pueril excusa de que igual no nos dejan subir las bicis. Pueril, pero cuela...
Al llegar al desvío de la carretera que lleva hasta el Monasterio hacemos una parada y reflexionamos sobre lo que vamos a hacer. Bueno, lo de reflexionar es un decir, pues si hubiéramos reflexionado realmente otro gallo nos hubiera cantado.
Alfons empieza a argumentar que ya ha tenido suficiente por hoy y yo le intento convencer de subir un ratito pues todavía falta bastante tiempo para que pase el tren que nos ha de llevar de vuelta. A regañadientes accede y empezamos a subir un poco y a ver qué pasa.
Enfilo la cuesta arriba a un ritmo bastante asequible, pero a la tercera curva miro atrás y ya no veo a Alfons. Aflojo hasta casi pararme y lo veo avanzar muy despacio. Enseguida nos paramos y mientras se zampa un sandwich me confiesa que va "petao". Le propongo abandonar, pero me responde que ya que está allí, sube aunque sea andando.
Me asombra su determinación y decido animarle y acompañarle todo el resto de la subida, así que le dejo que pase delante y mientras pedaleamos le voy dando conversación para que se olvide de todo lo que nos falta para llegar arriba, que todavía es mucho.
Nueva parada para hacer un trasvase de agua de mi Camelbak al suyo pues ya no le queda ni gota. Descansamos otro poco en la única sombra que somos capaces de encontrar pues está cayendo un sol implacable.

Nos cuesta retomar la subida pero seguimos a un ritmo más que lento. Alfons lleva un desarrollo muy fácil y aun así parece que no pueda moverlo. Su plato pequeño entra en acción y a medida que vamos avanzando la cadena empieza a subir a los piñones mayores. Eso no es buena señal y más cuando dice que empieza a tener calambres en los cuadriceps.
A pesar de que le voy animando todo el rato, lo veo fatal y le vuelvo a proponer desistir y bajar, a lo que nuevamente se niega. "La retirada no es una opción", me dice y se queda tan pancho.
Con un sufrimiento más que notable en la cara de Alfons, llegamos al Monasterio de Sant Benet y a partir de aquí la cosa se pone todavía más cuesta arriba con un par de repechos durillos.
En condiciones "normales", eso Alfons lo hubiera subido como una moto pero tal y como está mete el piñón más grande y sube a molinillo y empujando con la mano derecha sobre el muslo.
Volvemos a pararnos y le ofrezco un gel a ver si recupera un poco. Nos zampamos un gel por barba y seguimos subiendo.
A los cinco minutos me dice que se está mareando y se baja de la bici. Esto se está convirtiendo en una jornada épica. Le vuelvo a ofrecer bajar y otra vez me dice que llega como sea. Cree que está teniendo "una pájara" y le digo que con lo poco que hace que se ha comido un sandwich de nocilla y un gel, es imposible que tenga una hipoglucemia. Parece que lo convenzo de que no tiene una pájara y se le pasa el mareo.
Sigue empujando la bici coincidiendo con un par de rampas duras hasta que llegamos a la entrada del parking donde se da por satisfecho y me dice que si yo quiero subir hasta el Monasterio que me espera allí. Tras asegurarme de que se encuentra bien, lo dejo descansando y esprinto cuesta arriba hasta llegar arriba del todo sorteando coches, autocares y turistas que atestan el Monasterio.
Llego a la plaza del Monasterio y llamo a la cónyuja para decirle que vamos con bastante retraso sobre el horario previsto y que Alfons está bastante mal. Me tomo otra Coca-Cola y tiro para abajo como una bala hasta llegar donde dejé a Alfons.
Cuando llego a su altura ya tiene mejor cara. Sin duda el descanso le ha venido de fábula y más sabiendo que ahora todo es ya cuesta abajo.
Al empleado de la caja del parking le pregunto por la estación de Renfe donde tenemos que coger el tren y más o menos nos indica la dirección pero nos comenta que está bastante lejos del cruce de Monistrol.

Falta media hora para que pase el tren así que no nos podemos despistar mucho.

Bajamos bastante deprisa aunque no a tumba abierta y lo que nos ha costado subir más de una hora, lo bajamos en menos de 10 minutos. ¡Cosas de la gravedad!

De la estación de Renfe que buscamos sólo sabemos que se llama Monistrol de Montserrat-Castellbell i el Vilar, así que yo suponía que estaría entre ambos pueblos ¿no?, pues NO.

Cogemos la carretera dirección Castellbell y, al no encontrar la estación, a la entrada del pueblo pregunto a unos lugareños que me dicen que hay que subir toda la carretera hasta atravesar el pueblo y que allí está el desvío a la estación. También me indican que hay un atajo pero que hay que subir escaleras. En ese momento recuerdo los cuadriceps de Alfons y me imagino lo que les pasaría si se pone a subir escaleras con la bici al hombro.

Cuando termino de preguntar, Alfons ya me ha alcanzado, pero no me veo con ánimos de decirle que viene una subida, así que le engaño y sólo le digo que me siga, que ya falta poco.

El tiempo apremia más y más y veo que no vamos a llegar a tiempo de coger el tren.

Llegamos a la estación 3 minutos tarde y el tren ya ha pasado. Lo hemos vuelto a hacer. Cuando fuimos a Sant Celoni, perdimos el tren por 5 minutos y nos tocó esperar una hora y ahora nos ha vuelto a pasar lo mismo.

A la vista de la estación estoy atónito, pues está compuesta de un edificio de tiempos de María Castaña, que lleva abandonado mucho tiempo y que está completamente lleno de pintadas, cristales rotos y hierros oxidados. ¿Por aquí pasa el tren? ¿Y además para?.

Por supuesto ni tiene bar ni expendedor de billetes ni nada que se le parezca, además de estar a las afueras del pueblo en un descampado. Ante tal desconcierto, Alfons coge el móvil y empieza a llamar a información de Renfe pues no vaya a ser que esperemos una hora hasta las 15:16 y luego el tren no pare.
Le confirman que sí, que los trenes pasan y que además paran, así que nos lo tomamos con calma y empezamos a llamar a las cónyujas para avisar del desaguisado horario.
Alfons deja un mensaje en el contestador y se libra de la reprimenda, de momento. Yo no tengo problemas para contactar y la voz de mi sufrida cónyuja deja entrever el más que evidente disgusto, pero ahora ya no podemos hacer nada, salvo esperar el próximo tren.
Yo me lo tomo con paciencia sentado en la sombra mientras Alfons, que en la última subida ha echado el resto de lo que le quedaba, se pone a hacer estiramientos mientras deja la bici tirada en el andén, signo de que está bastante harto de ella.
Al cabo del rato llega un lugareño réplica casi exacta del famoso Neng de Castefa, que nos ameniza la espera con una conversación digna de ser grabada.

Que si él prefiere hacer curvas con su moto, que si se la pegó y ahora la tiene siniestro total, que si qué cansado es eso de dar pedales, que si hace un mes fue a un Maxitunning, en fin, que "lo fliplamos" hasta que llegó el tren.
Al subir escojemos vagones diferentes y, por fin, la paz vuelve a reinar hasta que la cónyuja de Alfons llama a mi móvil y yo viendo el marrón que se avecinaba, le paso el aparato al destinatario de la llamada que, evidentemente, era Alfons. Puedo atestiguar que los gritos que salían del auricular se oían desde lejos.

A las 16:00 llegamos a la estación de Cerdanyola y poco después llegamos a casa de Alfons, meto la bici al coche y tiro para casa donde llego pasadas las 16:30.
El ambiente doméstico era bastante tenso, así que sin rechistar, me comí el arroz frío que me aguardaba y que me supo a gloria bendita, ducha y a pasear que "ya está bien todo el domingo aquí solas las dos".

Yo por lo menos comí, que hubo otros que ni eso, ¿verdad Alfons?
Al día siguiente pude descargar el track del recorrido y comprobar que la dureza que apreciamos se correspondía con la realidad: 81 kms y 1900 metros de desnivel positivo lo atestiguaban.

Ahora toca hacer bondad que ya se han consumido los "vales por una jornada ciclista intensa", durante algún tiempo.

Cabrerés 2006

22 mayo 2006 · 0 comentarios




Esta edición de la Cabrerès ha sido un poco diferente de las dos anteriores en que participé, pues mi retoña me ha acompañado y hemos compartido unos días inolvidables con la bicicleta como protagonista, aunque pensándolo bien, la bicicleta no ha sido más que una excusa para estar juntos y disfrutar.


Sábado 20

El sábado por la tarde, mi retoña participó por primera vez en la Mini-Cabrerès y la cosa no pudo ir mejor.

Tras comer más pronto que de costumbre, cogimos todos los bártulos y nos dirigimos hacia L'Esquirol, donde llegamos sobre las 15:30.

El ambiente estaba tranquilo y pudimos aparcar casi en la puerta del recinto ferial.
Recogimos el dorsal, se lo pusimos a la bici y nos dirigimos al circuito al que los más pequeños se hartarían de dar vueltas. Empizaba la sesión de entrenamientos previos.

La retoña no muy acostumbrada lo abrupto del terreno que formaba el circuito, al principio sólo sabía decir "Uy, uy, uy,..." mientras yo iba corriendo a su lado cogiéndola por el sillín o por el hombro y diciéndole por donde era la trazada buena, por donde no había que pasar por el elevado riesgo de talegazo, donde frenar. Vamos, que ni Fernando Alonso...

Poco a poco y con esa facilidad que sólo los niños tienen, le fue cogiendo el tranquillo y subía las cuestas sin ayuda, frenaba donde tenía que frenar, apretaba donde tenía que apretar y tomaba las curvas con una soltura pasmosa.
Había pocos niños entrenando así que la circulación era fluida, pero en una curva un niño se cayó en la parte de dentro y al abrir la trazada para esquivarlo se fue a la "zona de alto riesgo de talegazo", donde las previsiones se cumplieron y dió con los huesos en el suelo todo lo larga que es. Por suerte el terreno en esa zona era totalmente polvoriento y me recordaba al que hay en los caminos de Almería, sin un granito de arena, todo polvo. Así, sólo su orgullo quedó lastimado y al ayudarle a levantarse parecía un boquerón al que le espera la sartén.
Las gafas de sol que llevaba le protegieron los ojos del polvo, pero la cara se quedó bastante churretosa con las cuatro lágrimas que echó.

Todavía no habían dado la salida y ya teníamos un incidente en la pista. Los entrenamientos siguieron tras el percance y sin más problemas llegó la hora de la salida que se daba en el recinto ferial.
Desde allí volvimos al circuito y los miembros de la organización se colocaron estratégicamente para ayudar a los pequeños en las zonas más difíciles. Había una gran cantidad de niños y niñas bien pertrechados con sus cascos (obligatorio naturalmente), guantes e incluso rodilleras y coderas para los más freeriders. Con esta gran cantidad de bicicletas, la hora punta llegó al circuito y se hacía difícil la conducción.
La retoña me dejó asombrado pues esquivaba al resto de bicicletas con una facilidad pasmosa escogiendo la trazada más adecuada en cada momento. Incluso cuando desaparecieron los embotellamientos pudo hacer algunas vueltas sin ayuda.
En todo momento, tanto en los entrenamientos como en la carrera, fui corriendo a su lado, aunque no pude evitar el talegazo y eso es evidente que le dió bastante tranquilidad.

Tras tropecientas vueltas al circuito la convencí para dar por terminada la prueba y dirigirnos al recinto ferial para recoger el recuerdo que les regalaban y donde tenían preparada una merienda.
El recuerdo consistía en una camiseta estampada con el logotipo de la prueba como acreditación de su participación.
Sobra decir que, entre lo pronto que habíamos comido y el montón de vueltas que había dado al circuito, se zampó el dónut y el zumo que le sirvieron como merienda en un periquete.
Al llegar al coche se cambió la sucia camiseta por la nueva y a los 10 minutos de haber iniciado el regreso ya estaba durmiendo como un angelito.
Al llegar a casa le pregunté si el año que viene volveríamos o si le había parecido un rollo y contestó que el año que viene también quería ir, así que nos iremos preparando...

Domingo 21

A las 5:10 sonó el despertador y tras remolonear lo justome levanté, me vestí de torero, desayuné un poco, aunque a esas horas..., cogí los bártulos y salí hacia la Cabrerès.

Aunque era negra noche, al llegar a la autopista AP-7, ya había muchos coches con bicicletas de montaña en las bacas y en los portones traseros, signo de que la manada se había puesto en marcha sin importar la hora.

El viaje fue tranquilo y con menos tráfico que otros años. Sin duda los 15 minutos de adelanto se estaban notando.

A las 7:05 ya estaba con el coche aparcado y pedalendo sobre la bici buscando la salida. Le pregunto a un miembro de la organización y me envía hacia el recinto ferial y allí encuentro las primeras flechas que marcaban el recorrido.

Curiosamente pasé al lado del circuito que el día anterior había servido de debut a mi retoña y me vinieron a la mente todos los momentos vividos la víspera.

Conforme iba avanzando en el recorrido me di cuenta de que volvía a pasar cerca de donde tenía el coche aparcado. Las indicaciones de la organización me habían regalado 10 minutos de vuelta al pueblo para volver al mismo punto. ¡Empezamos bien!.
Ya en la ruta correcta el ambiente no puede ser más agradable, con muchos grupos de ciclistas que inician la pedalada.
La mañana no está muy fresca y voy sólo con mallot y manguitos. El suelo está muy seco y enseguida se forma una polvareda considerable.
El principio del recorrido es cuesta arriba y voy saltando de grupo en grupo.
Primer avituallamiento: me paro y me zampo una naranja que está buenísima. Sigo palante sin entretenerme, pues voy de los primeros y no quiero que me pille el grueso de la manada y toparme con los típicos tapones made in Cabrerès.
Tras una pequeña bajada, nuevamente una laaaarga subida. Está bien empezar la marcha con subida para estirar el grupo pero ya empiezo a estar harto de tanta subida.
Por fin se acaba y empiezo a rodar un poco más rápido hasta llegar a la zona donde hay un atajo. Dudo un poco pero al final decido cogerlo y así llegar pronto a casa pues no está el horno para bollos domésticamente hablando y prefiero no tardar mucho en llegar.
Enseguida el trazado más corto se convierte en una trialera y después en un sendero muy divertido.
Al volver a juntarse los dos recorridos hay un nuevo avituallamiento y alí oigo a un grupo quejarse de que el recorrido largo era todo por pista ancha. Por una vez he acertado.
Me vuelvo a zampar otra naranja y continúo pues tengo miedo de que me pille la marabunta de la Cabrerès.
Tras una bajada con curvas muy cerradas donde un torpedo de la pradera por poco se empiña por adelantarme, llegamos a Rupit donde nos ofrecen el desayuno consistente en un bocadillo de butifarra con bebida (zumo, agua o vino). Elijo un zumo de piña y me zampo el bocata que está bastante bueno aunque la butifarra un poco cruda para mi gusto.
Me cuesta salir de la zona de desayuno pues no encuentro ninguna señal y no hay ningún ciclista al que seguir. Tras 30 segundos de indecisión decido preguntar a un miembro de la organización, aunque después de la experiencia de la salida, dudo un poco, pero justo al acercarme a donde estaban veo el cartel más grande del mundo que indicaba la continuación del recorrido.
Al alejarme lo justo de la zona concurrida, me paro para comprobar que estoy bien hidratado observando la cantidad y el color del chorrito que dejo ir en medio de la montaña.
A partir de aquí hay una zona bastante complicada y técnica con unas subidas bastante delicadas que hago sobre la bici excepto la última, que decido no forzar y patear un poco.
Se continúa en dirección a Tavertet pero para llegar allí hay que subir a una montaña bastante imponente desde donde hay una vista magnífica de unos precipicios memorables. La subida es en parte por pista asfaltada y el último repechón requiere de casi todos los piñones junto con el plato pequeño. Voy junto a un grupo y maldecimos en arameo al terminar la cuesta, suerte que hay otro avituallamiento allí mismo. Me vuelvo a zampar otra naranja que está buenísima y las simpáticas señoritas de la organización no cuentan la película de que a partir de allí todo es bajada. Como uno ya tiene algunos tiros pegados, las miro con cara seria arqueando una ceja y enseguida confiesan que bueno, que queda un poco de subida todavía.
Lo cierto es que la subida que falta es mucho más llevadera y enseguida empieza la bajada hasta Tavertet que hago como una bala.
A partir de allí ya me acuerdaba del recorrido pues era el mismo del año anterior, así que ya sabía lo que me quedaba.
Aunque se suponía que habría tres avituallamientos, al llegar arriba me encuentro otro más donde me zampo......, efectivamente, me zampo otra naranja y un vaso de zumo y otros dos vasos de agua fresquita.
Aquí está el desvío para coger el segundo atajo y ahora sin dudarlo, lo cojo y me vuelvo a encontrar con zonas de senderos, trialeras, unos bosques preciosos hasta que llego a Cantonigrós. Atravieso el pueblo y voy hasta la "trialera de la muelte".
La llamo así porque es una bajada que va desde Cantonigrós hasta L'Esquirol y está formada casi en su totalidad por escalones de piedra. Allí las bicicletas sufren un severo castigo y las muñecas de los bikers también. Los dos años anteriores vi a ciclistas con lesiones serias tras caer en esos escalones, así que es una zona para ir con mil ojos.
Supongo que este año la Trek Fuel EX me ha ayudado bastante y no me ha parecido tan heavy como años anteriores donde la pobre Giant con una horquilla de juguete me hacía llegar abajo con auténtico dolor en las muñecas y antebrazos.
Desde el final de la "trialera de la muelte" ya sólo me faltaba un pequeño recorrido por el pueblo y llegar a la zona ferial donde recogí el mallot conmemorativo, me zampé un dónut, me tomé dos Coca-Colas y para el coche, bici adentro y para casa, donde llegué a las 12:30.
La cónyuja no se lo podía creer, se pensaba que me había pasado algo pues había llegado demasiado pronto a casa. La verdad es que tardé 3:40 para hacer 54 kilómetros, que para un Piltrafilla como yo no está nada mal.
Lo peor del fin de semana fue que acabé un poco harto de coche, pues repetí los 90 kilómetros de ida y los 90 de vuelta el sábado y el domingo, así que el año que viene toma fuerza la posibilidad de ir a pasar el fin de semana a algún pueblo de la zona y ahorrarme 180 kilómetros de conducción.

Más madera...

02 mayo 2006 · 0 comentarios



Ya hacía tiempo que tenía ganas de dar una vuelta por el GR-92.

Hace un año y medio hicimos un intento de completar la travesía por ese sendero de Gran Recorrido desde Tordera a Badalona (unos 85 kilómetros más o menos), pero una lamentable falta de previsión nos llevó al fracaso más absoluto, teniendo que abortar la misión en Sant Celoni con 60 kilómetros en las piernas después de varias pérdidas y con algín percance.
Es una espina que tengo clavada y que algún día me quitaré... espero.

Como aperitivo y reconocimiento de la zona, para el lunes programé una salida que nos pretendía llevar desde Badalona a Sant Celoni, por el GR-92 (unos 57 kilómetros), siguiendo el track de mis paisanos del BTTBADALONA.
A pesar de hacer llegar la convocatoria a casi todos los miembros del grupo, el lunes a la hora convenida sólo nos presentamos Alfons, Isaac y quien escribe esto Santi, en el lugar de encuentro en la estación de Renfe de Badalona.



Los tres intrépidos aventureros en la salida con el Meditérraneo como testigo

Tras los saludos de rigor empezamos a pedalear en dirección a Montgat, donde empezamos a subir hacia la montaña, en busca del GR-92.

El día estaba claro y sin viento con una temperatura más que agradable que invitaba a la aventura.

Tras llegar a Alella seguimos subiendo hasta la Carretera de la Cornisa, donde nos encontramos a un caminante que nos preguntó por Vallromanes. Le indicamos lo mejor que supimos y seguimos la marcha.

En un rato más llegamos hasta La Roca d'en Toni, un dólmen prehistórico donde nos zampamos unos bocatas y unas barritas y descansamos un poco. Hasta aquí el camino ha sido más o menos llevadero y lo peor está por llegar, sobre todo porque no conocemos qué es lo que nos espera.


Posando en La Roca d'en Toni

Con energías renovadas continuamos navegando el track. A partir de aquí es territorio inexplorado para los tres, así que extremamos las precauciones ante posibles inprevistos en el camino.

Llegamos a la ermita de Sant Bartomeu que Alfons reconoce de haber pasado en la marcha Prehistórica y atravesamos la primera carretera de las cuatro que nos iremos encontrando por el camino. El paso por cada una de esas cuatro carreteras va a suponer bajar para después subir, pues transcurren por los valles.

Ahora cogemos una senda bastante estrecha y con mal firme donde todavía se aprecian las marcas de las ruedas de la Pedalada de Cabrils del día anterior. Incluso se observan las señales que indicaban el recorrido de la pedalada.

Aquí pasamos un momento de crisis, pues al atravesar una zona de arboleda muy espesa y donde la pista desaparecía casi por completo debiendo llevar la bici a cuestas, las señales del GPS desaparecieron al mismo tiempo que la pista y durante un ratito fuimos a ciegas. Suerte que la intuición me funcionó y cuando las señales del satélite volvieron estábamos en la buena senda.

Seguimos pista ancha y a ritmo tranquilo íbamos tragando kilómetros. Isaac, sabiamente, no quería fundirse y en las subidas lo dejábamos atrás aprovechando las sombras para esperarlo pues el sol ya picaba lo suyo.

En continuos sube-baja fuimos avanzando hasta que al atravesar la cuarta carretera nos enfrentamos a la parte más dura del recorrido y con más de 40 kilómetros ya en nuestras piernas.

Nos detuvimos delante de un cartel con un mapa de la zona, donde un grupo de espléndidas adolescentes en bicicleta intentaban situarse. Isaac, bastante prudente, se quedó en el camino mientras Alfons y yo probábamos de intuir lo que nos quedaba. También ayudamos a las señoritas a saber donde estaban. Al momento llegó otro ciclista que nos preguntó de donde veníamos y a donde íbamos. La cara que puso al decirle que veníamos desde Badalona fue de bastante sorpresa. Supongo que no estaba acostumbrado a encontrarse locos como nosotros cada día. Nos dijo que hasta Sant Celoni quedaban todavía 2 horas si nos dábamos prisa y como eso no coincidía con mis previsiones no le hice demasiado caso. Le dí las gracias, nos despedimos y seguimos ruta.

Alfons ya empezaba a estar un poco preocupado pues pretendía coger el tren a las 12:45 en Sant Celoni, para llegar a una hora prudencial a casa. Como eran las 11:15 teníamos 1:30 para hacer lo que el ciclista nos dijo que tardaríamos 2 horas si íbamos rápido. Debíamos darnos prisa, pero Isaac ya tenía la luz de la reserva encendida y quedaba lo peor.

Poco a poco fuimos avanzando. Nos parábamos a esperar a Isaac mientras una enorme cantidad de coches nos adelantaban por la pista del GR-92 en dirección al Santuario del Corredor. Estábamos sorprendidos de ver tantos coches que iban levantando muchísimo polvo, hasta que al llegar a las proximidades del Santuario observamos como había una especie de romería, con una cantidad enorme de gente.

Hasta llegar allí la subida fue interminable. No era demasiado dura pero si muy, muy larga. Alfons y yo temíamos por Isaac y hasta en algún momento nos llegó a preocupar que no fuera capaz de llegar arriba, al Santuario, donde le estábamos esperando.

Aprovechamos para hacernos unas fotillos mientras el tiempo iba pasando y pasando.


Alfons celebra la llegada al Santuario con una barrita.


Bonita foto, yo soy el de rojo, no el de blanco

Por fín llega Isaac donde le recibimos como a un héroe. Bueno, en realidad, lo es. Esta ha sido su mayor aventura hasta el momento y no será la última seguro.

Le dejamos descansar más bien poco pues el tiempo apremia, además a partir de aquí es todo bajada.

Nos tiramos cuesta abajo al grito de "mar***n el último" y disfrutamos como unos cosacos del bajadón, aunque teniendo cuidado pues la arena suelta sobre el firme duro no se lleva muy bien con las tumbadas en bici y además todavía subían coches a la romería.

Aunque el 99% es bajada, de vez en cuando hay algún repecho que pica un poco hacia arriba y que el pobre Isaac le debe parecer el Tourmalet.

Llegamos a la carretera y seguimos bajando. Vamos con el plato grande y tirando pues vemos que no llegamos a coger el tren. Al mirar atrás veo a Alfons a rueda y al pobre Isaac 200 metros más atrás. Al llegar a un cruce decido aflojar y esperarlo pues ya está claro que no cogemos el tren.

Seguimos un poco más tranquilamente y llegamos a la estación cinco minutos tarde.

Sacamos los billetes y tras repasar los horarios vemos que el próximo tren, al ser día festivo, no pasará hasta las 13:45. ¡¡Qué mala suerte!!. Una hora de espera por llegar 5 minutos tarde.

Aprovechamos el tiempo en la cantina de la estación. Invito a Isaac a una Coca-Cola pues hoy ya se ha ganado el título honorario de "MOUNTAIN BIKER", así con mayúsculas. Jamás había hecho una gesta de este calibre y está "petao", pero le ha puesto la dosis necesaria de ganas y testiculina para ser capaz de acabar lo que empezó. Chapeau por él!!

Isaac con cara de "petao" bebiendo una Coca-Cola en Sant Celoni

Yo me encuentro bien, incluso tengo moral para pensar en subir al Turó de l'Home desde Sant Celoni. Aprovecho y les explico a mis compañeros de ruta que esto en realidad es menos de la mitad de la salida original, pues los bikers del BTTBADALONA después de llegar a Sant Celoni por el mismo camino que nosotros, comieron y se subieron al Turó de l'Home (1652 metros de altitud) bajando a continuación. ¡¡Vaya machotes!!

No se lo pueden creer y más cuando les comento que más de uno de los que subió ya ha pasado con creces el medio siglo. Estos abuelos son la leche.

Por fin subimos al tren que está casi vacío, acomodamos las bicis, nos sentamos y casi nos dormimos con una música clásica que sonaba por el hilo musical.

Alfons llega a su estación, nos despedimos y se baja, continuando Isaac y yo hasta nuestra parada. Tras bajarnos todavía nos falta un ratito de pedalear hasta casa e Isaac me ruega que le lleve por donde haya menos baches pues tiene el culo hecho polvo de tanto rato sobre el sillín.

Charlando le acompaño hasta cerca de su casa, nos despedimos y hasta la próxima.

TRACK Y MAPA

A ritmo

24 abril 2006 · 0 comentarios


Si queremos llegar a la Cabrerés con más o menos esperanzas de que no nos pasen 7000 ruedas de tacos por encima, tenemos que salir y montar, hacer el callo en el culo y acostumbrarnos a estar 5 ó 6 horas encima del sillín. Si no es así lo vamos a pasar mal.

En las últimas salidas vemos que cada día vamos mejor, incluso los que han estado de parón los meses de invierno, van mejorando en sus sensaciones sobre la bici y eso sólo tiene un secreto. Montar y meter kilómetros a las piernas.

El sábado hubo convocatoria en Cerdanyola donde acudieron Dami, Félix y Kiko. Yo no pude asistir por compromisos familiares y por tanto desconozco la ruta que siguieron.
El domingo se amplió la convocatoria y a los del sábado nos añadimos Alfons y yo. Tras los saludos de rigos empezamos a pedalear hacia la zona del Parc Tecnològic y de allí subimos por una "supersubida de la muerte" llena de raices, piedras y tierra suelta, que sólo Dami logró subir del tirón.
A mí me faltó poco pero me equivoqué en una trazada, me resbaló la rueda trasera y tuve que poner el pie a tierra aunque pude acabar de subirla sin más incidentes.
Hoy la ruta propuesta iba a llevarnos por sitios que normalmente frecuentamos pero en sentido opuesto.
Así nos dirigimos hacia Can Borrell para subir hasta la Ermita de Sant Medir y luego continuar subiendo por la conocida como "Pista de Víctor".
Esta subida no es realmente empinada pero bastante técnica con el suelo lleno de piedras sueltas y formando escalones.

Enseguida Alfons se puso en cabeza y empezó a tirar como si tuviera prisa. Bueno, de hecho, tenía prisa porque su familia le esperaba para salir a pasear y a una cónyuja no se le hace esperar si no quieres tener problemas. Serios problemas.

Como decía, Alfons tiraba cuesta arriba como un condenado y me llevó con la lengua fuera hasta que por fin llegamos arriba del todo. ¡Este tío cada día está más fuerte, ya no hay quien lo deje atrás!.
Poco a poco llegaron Kiko, Félix y Dami. Alfons se despidió pues ya he comentado que tenía prisa y nosotros buscamos una bajada que nos llevara hasta Can Coll a tomar el cortado pertinente.
Elegimos la bajada del antiguo Jardín Botánico y rápidamente Dami, Kiko y yo nos distanciamos de Félix que es bastante prudente en las bajadas.
Mientras esperábamos que llegara vemos a un grupo de ciclistas donde uno de ellos viene con casco integral, rodilleras y con una bici acorde a la indumentaria y se salta un tronco que había en medio del camino como si nada. Dami le encuentra un cierto parecido Marvin el Marciano de la Warner Bros. Cuando Félix llega todavía nos estamos riendo de la ocurrencia.
Seguimos bajando sin más incidencias hasta que casi en Can Borrell, en una subida que hacemos esprintando, Félix se da un tortazo.
Ha chocado con la rueda delantera con algo y se ha ido de morros al suelo. Se levanta sacudiéndose el polvo y con magulladuras sólo en el orgullo. 10 metros más allá se para al descubrir que del encontronazo la rueda delantera se ha reventado. Cambio de cámara y a por el cortado.

Regresamos hasta el lugar de salida sin más contratiempos, nos despedimos y hasta la semana que viene.

Yo prolongo la salida hasta casa pues he ido a Cerdanyola en bici y ahora me toca volver. Atravieso Montcada y por el Parque Fluvial del Besós llego hasta casa.

El fin de semana que viene, aprovechando los tres días de fiesta tenemos planeado hacer una ruta un poco diferente siguiendo un track con el GPS. Esperemos no perdernos...

Yupiiiiiii

18 abril 2006 · 0 comentarios

Ya tocaba.

Después de muchísimos días sin tocar la bici, esta Semana Santa me he tomado la revancha.

La preparación de la Cursa de Bombers había hecho que centrara mis ratos libres en intentar no acabar el último de esta carrera y como consecuencia la pobre bici estaba ya criando telarañas.

Había minimizado el mono de montaña yendo a correr allí, pero aún así ya tenía ganas de sufrir un poco sobre la bici.

El martes, dos días después de la Cursa de Bombers, Alfons y yo nos reunimos en Cerdanyola para dar una vueltecita con la bici. Conscientes de que estaríamos machacados, salimos sin pretensiones, a ver qué pasaba y a hacer el recorrido que nos apeteciera.

Charlando y comentando las incidencias de la carrera fuimos pedaleando por la montaña que en este tiempo está preciosa, hasta que casi sin darnos cuenta llegamos a la Font Groga. Como íbamos bien de tiempo, decidimos que íbamos a ir hasta Sant Pere Mártir pues durante el invierno en varias ocasiones lo habíamos intentado y por falta de tiempo o por exceso de lluvia, todavía se nos resistía. Además Alfons no conocía el sitio y esto no podía seguir así.

Atravesamos Vallvidrera y nos presentamos al pie de la montaña dispuestos a afrontar el subidón que lleva hasta la cumbre.

Paciencia, platillo y parriba.

Llegamos cansados pero satisfechos y durante un buen rato nos deleitamos con la hermosa vista de Barcelona y alrededores que se divisa desde allí.

Vuelta hacia casa con el culo un poco dolorido pero satisfechos de la bonita salida y de lo fuertes que estábamos sin apenas salir con la bici.

Al día siguiente, bici y maletas al coche y para la Cerdaña donde Dami y su familia nos habían invitado a mi famialia a pasar unos días.

El jueves despertador y a las 8:30 con bastante frío Dami y yo salimos a recorrer los parajes cercanos a Llívia, sin ninguna subida digna de especial mención, pero con sube-bajas para ir haciendo "el callo en el culo" como dice Dami. Al atravesar una riera, nos mojamos los pies y con el frío que hacía, se nos quedaron como cubitos, suerte que hacía sol y durante un rato estuvimos con los pinreles al sol en una estampa memorable.

En total recorrimos 20 kilómetros para ir abriendo el apetito para el viernes donde nos esperaba una salida de montaña con Albert y Raul, amigos de Dami que están en bastante mejor forma que nosotros.

El viernes de nuevo despertador y hacia Santa Leocadia donde nos esperaban Albert y Raul para darnos para el pelo.

Tras las presentaciones y saludos de rigor, nos dirigimos hacia el Balneario de Llo, en la Cerdaña francesa y allí empieza la fiesta subiendo por carretera hacia el nacimiento del río Segre por un cañón de belleza increible pero con bastante pendiente.

Dami acusa bastante la subida y sus meses de abstinencia bicicletera, pero sube sufriendo como un campeón sin poner pie a tierra. Yo, contra todo pronóstico, sigo el ritmo que llevan Albert y Raul sin problemas y encima voy cómodo.

Antes de llegar a los 2000 metros de altitud empiezan a aparecer trozos de pista completamente cubiertos de nieve que, al principio nos hacen gracia, pero a medida que seguimos subiendo y se hacen más espesos y seguidos, ya nos dejan de hacer gracia, sobre todo cuando se nos empapan los pies por la nieve que nos llega hasta media pantorrilla en algunos lugares.

¡Que bonita la nieve!

El ritmo se ralentiza y el tiempo estimado de llegada a casa, donde nuestras familias nos esperan para ir de picnic, se va retrasando y la nieve que no desaparece.

Después de 50 minutos de empujar la bici, ya estamos hasta las narices de nieve y no tiene pinta de ir a menos, pero al final llegamos a la cumbre, cambiamos de vertiente y la nieve desaparece dando paso a una de las bajadas más bonitas que recuerdo.

Llegamos a un pueblecito francés llamado Err con los frenos de disco echando humo y los pelos de punta del bajadón. Nos despedimos de Albert y Raul y salimos pitando hacia Llívia donde nos tememos lo peor de nuestras cónyujas que ya deben de estar hartas de esperarnos, pero, oh, sorpresa, ni están enfadadas ni mucho menos.

37 kilómetros con casi 1000 metros de desnivel positivo y una altitud máxima de casi 2100 metros. ¡¡Ahí queda eso!!

El sábado, ya en Badalona, descanso pues el domingo de nuevo Alfons me tenía preparada una salida más que interesante desde Granollers hacia el macizo del Montseny, guiados por Tiko, un amigo suyo bastante maquinón.

El domingo recojo a Alfons en Cerdanyola, cargamos su bici en mi coche y para Granollers donde llegamos un poco antes de las 8:30.

Allí me presenta a Tiko y éste decide que, aunque ha estado unos días un poco enfermo y no está en plena forma, nos llevará al Sui.

En algunas crónicas de grupos de BTT que sigo habitualmente, había leido algo sobre ese pico que está en el macizo del Montseny y me sonaba que había un subidón bastante considerable, pero si hay que ir se va.

Iniciamos la ruta y enseguida me doy cuenta del especial estilo de Tiko. Para empezar no lleva casco ¿?, es bastante delgado y sobre la bici se desenvuelve de forma "especial", pues antes había corrido en carretera. No puedo evitar acordarme de Michel, un amigo de Dami que vive en Almería y que es clavadito a Tiko, tal vez un poco más bajito, pero muy parecido: flaco, con unas piernas que dan miedo, sin casco, etc.

Después, en la bajada, el parecido con Michel ya quedaría del todo patente, pero ya llegaré, ya.

Por caminos rurales y urbanizaciones llegamos hasta Cánovas, donde empieza la verdadera subida hacia el Parque Natural del Montseny por una carretera que pronto se convierte en pista y enseguida una cadena impide el paso a los vehículos.

Primer rampote y llegamos a un embalse donde el paisaje es precioso. Alijeramos ropa pues Tiko nos avisa de que la subida es importante y si él lo dice con esa planta de escalador que tiene, definitivamente hoy lo voy a pasar mal.

Seguimos subiendo y muy arriba en plena montaña se aprecia una masía. Tiko nos dice que la masía está a 1/3 de la subida. Yo me empiezo a asustar aunque me cayo y sigo subiendo sin rechistar aunque intentando regular.

Después de un buen rato de subida llegamos a la masía donde descansamos, nos comemos unas barritas y "admiramos" lo altas que son las montañas que todavía nos quedan por subir. Cada vez el suelo está peor con mucha arena, piedras y trozos de ramas, que unido al desnivel, hace que vaya abusando del plato pequeño sin remordimientos.

Tras casi 3 horas después de la salida, llegamos al Pla de la Calma y desde allí el Sui ya está casi al alcance de la mano. Cambiamos la pista ancha de arena por un sendero lleno de piedras y en 15 minutos más llegamos a la cima del Sui, desde donde la vista de la comarca del Vallès y del resto del Macizo del Montseny es espectacular. Lástima que haya un poco de neblina.

Llamo a la cónyuja desde la cumbre para que no prepare la comida todavía que aún faltan 28,6 kilómetros de bajada y la vuelta en coche.

Tras reponer algo de fuerzas, nos volvemos por el mismo camino que hemos subido.

Al llegar a la pista ancha, empieza una bajada a saco donde durante un rato soy capaz de seguir a Tiko. La bajada es muy complicada y deja a la altura del betún a la del viernes en Francia, aunque Tiko la baja a todo trapo.

Me viene a la memoria una caída que tuve en la bajada del Castell de Burriac en Argentona, que es muy parecida a esta y me da canguelo, por lo que decido esperar a Alfons que, como siempre, baja a su ritmo y bajar tranquilamente. Definitivamente este ritmo es bastante más sensato, pues no quiero pensar en pinchar una rueda bajando a todo trapo.

Con las muñecas fundidas de tanto bache, llegamos a la masía donde paramos en la subida y Tiko nos está esperando. Seguimos bajando y a la altura del embalse ahora hay bastante gente pasenado por lo que vamos más despacio hasta coger de nuevo el tramo asfaltado que lleva a Cánovas y que hacemos tirando a plato como si todavía tuviéramos fuerzas.

Las 3:15 horas de subida me han dejado el culo como el de un mandril y en el primer tramo asfaltado de subida me quedo fundido como una loncha de Tranchetes en una sandwichera.

Definitivamente la salida del viernes en la Cerdaña me está pasando factura. De hecho me sorprendo de haber tardado 50 kilómetros en petar.

En las subidas me quedo atrás mientras en las bajadas hago valer mi mayor peso para acercarme a mis compañeros de aventura.

Vamos por las mismas pistas agrícolas que habíamos transitado hasta que en una doble curva casi me la pego. Es una doble curva izquierda-derecha que trazo como si fuera Pedrosa siguiendo el rastro de Tiko y con Alfons detrás mío, pero en la curva de derecha me acerco demasiado al interior y cojo un resalte que me hace volar medio metro o así, pero que me impide acabar de trazar la curva y me pego un recto saliéndome por el margen izquierdo de la pista donde un campo sembrado me espera. Entre la pista y el campo hay un desnivel de bastante más de medio metro y en un gesto instintivo echo el cuerpo atrás, tiro del manillar y pego un salto con aterrizaje perfecto en el campo, todo ello aderezado con un grito digno de un kamikaze.

Paro la bici y casi no puedo hablar. Menudo susto. Me podía haber empiñado a base de bien pero unas veces tienes suerte y otras no, y hoy era mi día de suerte. Alfons se hace cruces de que no me haya caído mientras le explica a Tiko la maniobra de supervivencia que he hecho y me dice que creía que me caía. Sí, lo confieso, yo también creía que me caía.

Sin más incidentes seguimos hasta casa de Tiko donde nos invita a un aperitivo y me bebo una Pepsi que me sabe a Gloria Bendita.

Dándole las gracias nos despedimos hasta la próxima, bicis al coche y para casa, que la familia de Alfons le esperaba para que hiciera una paella que, mucho me temo, comieron algo tarde.

Al día siguiente, lunes festivo, más bici. Esta vez con Dami y Kiko en Badalona.

La hora de salida mucho más cómoda a las 9:00. Como andan un poco resacosos después de algún tiempo sin montar en bici, decidimos hacer una salida light que a mi, después del machaque del día anterior, me pareció más que bien.

Aún así subimos la pista del depósito sin siquiera pararnos a beber ni un trago de agua y mucho menos a descansar. ¿Qué ha sido de esos anacardos que nos zampábamos en el Collet de la Vallençana?. Cuando dicen de ponerse en forma no hay quien les tosa.

Total, que entre bufidos y resoplidos llegamos arriba de la pista del depósito y cogemos un sendero que baja por la zona de Can Ruti a ratos convertido en trialera y que después de bastante tiempo sin frecuentar trialeras de este calibre, se me hizo bastante difícil de superar, teniendo que poner el pie a tierra bastantes veces.

Tras llegar abajo, cortadito reglamentario y para casa.

En resumen han sido unas jornadas de bicicleta memorables, con una compañía siempre magnífica y con unos parajes imcomparables que me han vuelto a meter el gusanillo de la BTT en el cuerpo, si es que alguna vez se marchó.

Solo ante el peligro...

20 marzo 2006 · 0 comentarios


Hoy el día no estaba para muchas historias.
Ha amanecido recién llovido, con nubes negras amenazando y diciéndome "Como salgas te vas a enterar".
Yo no me tengo por muy valiente que digamos, pero tampoco me gusta que me amedrenten con bravuconadas, así que me he vestido de "torero", he desayunado un poco y me he lanzado a recorrer mundo.

Hoy no tenía ningún compañero para compartir ruta. Diferentes compromisos familiares y la amenaza meteorológica del sábado me habían dejado más solo que la una. No es una situación nueva para mí, ya que entre semana casi siempre salgo solo, pero los domingos son más una jornada social que deportiva, pero hoy será diferente.
Total, que he salido y me he dirigido a la montaña de Badalona.

Tengo pensado llegar carenando la montaña hasta Alella y bajar por el camino que utilizamos la semana pasada Fran, Isaac y yo para subir, eso si el tiempo me lo permite pues la cosa no pinta bien.

Por el camino me encuentro con un grupo de cuatro bikers y durante un buen rato compartimos ruta. Al llegar a Montigalà me separo de ellos y empiezo a subir hacia Sant Joroni de la Murtra.
Contrariamente a lo que es normal los domingos, sólo me encuentro a un ciclista más durante mucho rato. El tipo de suelo de esta montaña no forma barro, así que se puede circular sin problemas.

No llueve ni hace aire, por lo que enseguida me tengo que bajar un poco la cremallera de la chaqueta porque la subida me hace sudar. Se nota que ya la temperatura no es tan fría como en el invierno.
Llevo un buen ritmo tranquilo, sin apretar el ritmo excesivamente pero tampoco me paro así que el promedio es bastante bueno.

Llego hasta la parte más alta de la Vallençana y, sin descansar, me dirijo a la subida del depósito -temible subida donde las haya-, pero se ve que estoy fuerte porque subo los primeros tramos sin demasiado esfuerzo.

Al pasar por la cantera de la Vallençana, me viene un tufo de los residuos que están utilizando para volver a rellenarla. Yo no entiendo mucho de esto, pero me parece a mí que estos materiales que se supone que son inertes y que están embalados en plástico y luego enterrados no deberían producir olor ¿no?. Se supone que son inertes.

Hago un repaso mental de las autoridades municipales y autonómicas y me pregunto si se preocuparán de venir a ver como la montaña huele a basura. Mucho me temo que no.
A lo lejos veo un grupo de ciclistas que sube delante mio y enseguida les cojo la rueda hasta que se paran a descansar en un replano, pero justo en ese momento del mismo replano reinicia la marcha otro grupo de cuatro o cinco ciclistas y me uno a ellos para la subida, al principio detrás pero en la primera rampa fuerte ya paso delante.
Cuando llego arriba ya sólo uno de ellos me acompaña.

En lugar de detenerme, me subo la cremallera de la chaqueta hasta arriba y empiezo a crestear en dirección a la Conrería. Allí tampoco me paro a coger agua pues llevo el bidón casi lleno, así que continúo en dirección a Nou Pins.

Justo donde se acaba el camino asfaltado y empieza la pista me encuentro un biker que sube empujando la bicicleta. El camino es subida pero tampoco como para tener que empujar. Miro las ruedas y las lleva infladas, miro los pedales y los lleva, hasta que miro la cadena y... oh, resulta que no tiene.
Le pregunto si tiene idea de dónde la ha perdido y me ofrezco a ayudarle a buscarla, pero me comenta que ya la ha buscado y no ha sido capaz de encontrarla, y que ya va de camino a casa. Me da las gracias y nos despedimos.
Sigo pedaleando solo y pensando si no tendría que añadir una cadena de repuesto a mi repleta bolsa de repuestos, pero creo que ya sería demasiado previsor. Hay que dejar algo a la aventura.

Paso Nou Pins, descanso habitual de ciclistas y hoy desierto, y enfilo hacia la Urbanización Alella Park por el GR-92.
Enseguida me doy cuenta que desde la última vez que pasé han ensanchado la pista y al poco me cruzo con un grupo de unos 25 paseantes. Como siempre reduzco la velocidad y los saludo cortesmente. En la siguiente curva me encuentro de morros con un 4x4 de los Mossos d'Esquadra a los que también saludo.
Ya era hora de que alguien patrullara y que los muchachos de los quads y los moteros dejen de campar a sus anchas y de destrozar las pistas por donde tienen prohibida la circulación, amén del evidente riesgo para los que tranquilamente paseamos a pie o en bicicleta, porque casi nunca reducen su velocidad al cruzarse con nosotros.

Antes de atravesar la urbanización Alella Park oigo a lo lejos, en la montaña, el sonido de un quad a todo trapo. Me acuerdo de la patrulla de Policía y pido para mis adentros que lo enganchen.

Inmerso en mis pensamientos atravieso la urbanización y tomo de nuevo el GR-92. Me quedo asombrado ante el espectáculo tan maravilloso. Bosque a un lado y a otro del camino mojado por la lluvia, con el único sonido de las gotas de lluvia cayendo y una leve niebla que le acaba de dar un toque especial. ¡Cómo me gusta la montaña! Aflojo el paso y me deleito con el espectáculo hasta que una bajada tirando a bestia reclama toda mi atención. Con el suelo mojado hay que estar atento.

Cruzo la carretera de Alella a Vilanova del Vallès y enseguida me incorporo a la "carretera de la Cornisa", por donde llego hasta el desvío que pensaba coger de bajada.
Nada más dejar la pista principal veo por donde ha subido el quad que había oído a lo lejos. Vuelvo a maldecir entre dientes al ver el estado en que ha dejado la pista por la que tiene prohibido circular.
Empiezo a bajar y las derrapadas están por todos sitios y son todavía más profundas en las curvas donde el muy... se ha cebado con el acelerador. Es evidente que no todos se comportarán de esta forma, pero la verdad es que es difícil que les pongamos buena cara cuando nos los cruzamos en la montaña, pues demuestran que no la aman lo más mínimo.

Empieza a llover más fuerte justo cuando estoy más a descubierto. Es lo que suele pasar, así que aprieto bajando hasta el Puerto de El Masnou y allí cojo el Paseo Marítimo hoy casi desierto hasta Badalona.
Sólo los surfers están sacándole provecho al alterado estado del mar.

Realmente me cuesta bastante menos hacer el recorrido en bicicleta que cuando lo hago corriendo. :-)

Por fin llego a casa con el pan recién comprado, bastante chorreando y con la cara llena de barro. Si no hubiera sido por el muchacho del quad, hubiera sido una salida perfecta.

On the road again...

13 marzo 2006 · 0 comentarios


Ya iba tocando que el tiempo nos diera una tregua y de que los fríos y las lluvias invernales se fueran por donde vinieron, dando paso a la esperada primavera.

El domingo el día era de lo más apropiado para ir en bici: solecito, temperatura agradable y sin viento.

Nos reunimos en Badalona Fran, Isaac y yo (Santi). Isaac estrenaba bici nueva, una B-Pro muy chula que por fin ha jubilado a la Decathlon que ya empezaba a estar para el arrastre. Tras los saludos de rigor, nos ponemos en marcha hacia el Paseo Marítimo de Badalona.

Nuestra ruta prevista para hoy es una que nos llevará hasta la zona más alta de Alella, por donde transcurre la llamada "Carretera de la Cornisa". Esta ruta sube muy progresivamente y excepto el tramo final es "apta para todos los públicos".

Al llegar a la Rambla de Badalona, parada técnica a ajustar el freno de disco trasero de Isaac que no para de rozar y que en los 10 minutos que hace que salimos, ya nos tiene locos. Realizo la operación como si fuera un experto y a la primera queda bien ajustado. Realmente estos frenos con montaje Post Mount son mucho más fáciles de ajustar que los I.S. y sus arandelas. Hasta yo puedo hacerlo.

Nuestros oidos nos agradecen el silencio y seguimos hacia la estación de Renfe de Montgat Nord donde abandonamos el Paseo Marítimo y empezamos a subir un poco por la montaña.

Vamos tranquilos, charlando, contándonos nuestras cosas, pues hacía tres semanas que no nos veíamos. Así, poco a poco, llegamos a Alella y empezamos a subir hacia la montaña. De vez en cuando hacemos una paradita para descansar y tomar un traguito de agua, hasta que nos toca enfrentarnos a la parte más dura de la subida. Allí se empiezan a ver muchos molinillos funcionando muestra de que todavía falta mucho para estar en forma. Como yo no soy para nada partidario de ese desarrollo tan fácil, intento que Isaac no abuse de él y evitar así que se queme, pero no está mucho por la labor así que lo dejo que vaya a su rollo.

¡Por fin llegamos arriba! La verdad es que hoy les ha parecido algo más fácil que la otra vez que los subí por el mismo camino. Seguramente la agradable temperatura y el solecillo ayudan. Seguimos avanzando hacia el norte sin "negociar" la ruta que íbamos a a seguir. Creo que pensaban que íbamos a repetir lo que hicimos la otra vez que vinimos por aquí: tomar café a Can Raspall y emprender el camino de vuelta, pero yo tenía otros planes algo más malvados. ;-)

Conforme vamos pedaleando, dejo caer un "Podríamos llegarnos hasta Sant Mateu, ¿no?". La cara de Fran se cambia por completo pues sabe que eso supone subir un rato más. Isaac, que no conoce el camino, no pone demasiadas objeciones hasta que tras una curva de la pista ve lo que todavía nos falta por subir y se le pone una cara parecida a la de Fran. A pesar de las caras, en ningún momento ponen ninguna excusa para no ir a la Ermita de Sant Mateu, así que subimos y subimos y subimos...

Tanto subir tiene una recompensa y es la vista que se tiene de la costa del Maresme. Nos paramos en el Mirador de la Cornisa y descansamos mientras nos deleitamos con el paisaje.

Finalmente llegamos a Sant Mateu tras una trialera de subida que cada día está peor. Allí Fran e Isaac se zampan unas barritas y para abajo que ya se hace tarde. Escogemos una pista que baja hasta Premià de Mar y que tiene unos desniveles bestiales. Hoy los frenos nuevos de Isaac van a demostrar lo que valen.

Con la adrenalina baste alta y tras un pequeño revolcón de Isaac sin consecuencias, llegamos a Premià de Mar. Cogemos agua en una fuente y atravesando un paso subterráneo nos incorporamos de nuevo al Paseo Marítimo.

Allí está la población entera de la comarca del Maresme y algunos cuantos más que hemos venido de fuera. Atraídos por el solecito de la mañana hay unos diez mil millones de paseantes, niños en bicicleta, runners y, en la playa, el primer topless de la temporada.

Empezamos a esquivar gente hasta que cogemos la rueda de un par de ciclistas veteranos que tienen lo que hay que tener y que no tenemos nosotros... un timbre en el manillar para ir avisando de nuestra presencia. Hoy sin ese pequeño artilugio nos hubiera costado avanzar más todavía debido a la densidad del tráfico.

Por fin llegamos a Badalona y allí nos despedimos hasta la semana siguiente, con la satisfacción de haber hecho una salida con un poco más de fundamento que las invernales, que habían sido de supervivencia.

Verano Azul

04 marzo 2006 · 0 comentarios

Después de la duatlón de Súria y tras una semana de recuperación, el domingo quedamos para salir Alfons y yo en Cerdanyola. Estamos bajo mínimos con todo el mundo descarriado.
Como el día anterior nos habíamos dado una paliza buena de correr - bueno, paliza para mí, porqué Alfons está hecho un monstruo y ni se enteró- salimos en plan tranquilo, a ver cómo nos encontrábamos y decidir sobre la marcha.
Enfilamos la pista de Sant Iscle, Can Catà y a continuación decidimos probar por la subida que llamamos de la "Viga", que ya he contado alguna vez que tiene un subidón de dos pares de narices.
Al llegar arriba subimos también el "Matamachos" y ante la opción de que las pistas de bajada estuvieran todavía cortadas por los árboles caidos, decidimos que ya habíamos cumplido por hoy y bajamos tranquilamente y charlando hacia Can Coll.
Allí no tomamos ni café y para casa.
Salida de las de antes que nos sirvió para, por lo menos, mover un poco las piernas después del palizón del día anterior.

Cuantos más seamos más nos reiremos

19 febrero 2006 · 0 comentarios

Cuando el viernes por la tarde llamé por teléfono a Fran para concretar la salida en bici del domingo, me sorprendió con que su compañero Enric y el grupo que sale con él, vendría a pedalear con nosotros si decidíamos ir a Collserola.
El motivo, pues que ellos no salen nunca por este parque y "eso no puede ser". Conociendo a Fran, seguramente que les ha comentado que es el paraiso del MTB, que no es tan duro como Badalona, pero nada más lejos de la realidad. Os explico.
A las 8:15 nos hemos reunido Fran, Isaac, Enric y su grupo (lo siento pero no me quedé con los nombres de todos), Dami, Félix y Santi. En total 8. Casi un pelotón.
Tras las presentaciones de rigor y el hinchado de una rueda un poco floja, empezamos a subir por la pista de Can Catà.
Conforme vamos subiendo se me ocurre comentar a ver que día subimos por otra variante que, yendo al mismo sitio lo hace de forma más directa y, evidentemente, con mucha mayor pendiente. Nosotros conocemos esa pista como "la biga", ya que en una parte del recorrido la pista se convierte en una pared que se te atraviesa como su propio nombre indica.
Al oir mi comentario, voces más cualificadas han apoyado mi proposición y venga, todos para arriba por "la viga".
Como ya he comentado la subidita se las trae, así que el mito de que Collserola es más fácil para pedalear, enseguida se ha desmoronado.
Las caras han ido cambiando de expresión, sobre todo las de aquellos que, dada la pendiente han tenido que empujar las bicis mientras pateaban.
Tras varios reagrupamientos conseguimos llegar al "matamachos" donde de nuevo volvió a brotar la vocación senderista de muchos.
Más reagrupamientos y llegamos hasta el Portell de Valldaura. Como ha empezado a llover, hemos decidido acortar y dirigimos hacia la ermita de Sant Medir, para enfilar el camino de vuelta.
La pista de bajada está atravesada por muchos árboles caidos tras estos días de mal tiempo, lo que nos ha obligado a bajar constantemente de las bicis para saltar árboles unas veces y pasarlos por debajo otras.
Finalmente hemos llegado a Can Borrell y desde allí, tras pasar por detrás del Patronato de la Flor de Maig, a Can Coll donde el desayuno que tenían previsto los amigos de Fran, ha menguado hasta convertirse en un cortado y vámonos para casa pues no paraba de llover.
Nos hemos dirigido hasta Montflorit y tras gastar unos euros en un lavado a presión porque las bicis estaban que daba asco, finalmente hemos llegado a los coches.
Despedidas y a ver cuando nos vemos otra vez.
El track de la salida está disponible aquí

Corre corre que te pillo.

12 febrero 2006 · 0 comentarios

Hoy ha sido una salida atípica.
Después de la paliza corriendo que me pegó Alfons ayer, hoy pensaba descansar, pero las ganas de salir en bici después de toda una semana han podido más.
Anoche preparé la bicicleta, la ropa, el casco..., por si esta mañana me despertaba con ganas de salir poder hacerlo sin despertar a toda la familia.
Cuando ha sonado el despertador a las 8:00 tenía un poco de sueño, pero me he levantado sin grandes problemas, me he vestido de gladiador y para la calle que el día está chulo.
Hoy tenía que estar de vuelta en casa a las 10:00 como muy tarde así que la vuelta no podía ser muy larga.
Me he dirigido hacia la zona de Montigalà y he empezado a subir por la montaña hacia el monasterio de Sant Jeroni de la Murtra. Llevaba otro biker delante y siempre me pasa lo mismo, si me acerco a él porque voy más deprisa, luego me da "nosequé" adelantar pues no quiero que piense que voy picado o algo por el estilo. Nada más lejos de mi intención, así que me he ido acercando y luego he guardado una prudente distancia durante un ratito, hasta darme cuenta de que realmente iba más lento que yo y que no me quedaba más remedio que adelantarlo. Un saludo y he seguido para arriba.
Tras llegar a Sant Jeroni, he continuado subiendo hacia el Coll de les Ermites, donde hay una cuantas rampas que se las traen, sobre todo la última antes de coronar junto a la Ermita de Sant Climent. Menos mal que es un tramo corto, porque requiere de un esfuerzo intenso y escoger una buena trazada para subir sin poner el pie.
A continuación me he dirigido hacia la Urbanización La Vallensana para coger la pista que baja hacia el río Besós. No sé el motivo, pero encontrar esa pista siempre me cuesta dar un par de vueltas por la urbanización, aunque al final la he encontrado y he podido bajar hasta el paseo del río Besós.
Al llegar allí, me he encontrado un grupo de unos 40 ciclistas, hombres, mujeres y niños, algunas bicis con sillitas y bebé a bordo. Me ha dado envidia sana ver familias enteras compartiendo una salida dominical en bicicleta. La verdad es que la estampa era entrañable.
Poco a poco he ido adelantando al grupo y a partir de ahí he metido todo lo que tenía y he tirado para casa, que se hacía tarde.
He llegado a casa con un adelanto sobre el mejor horario previsto de 10 minutos, por lo que mi comprensiva esposa no ha tenido motivo de queja.

Volvemos a rodar

06 febrero 2006 · 0 comentarios

Después de dos semanas sin tocar la bici, hoy nos hemos reunido Fran, Isaac y Santi para dar una vueltecita sin más pretensiones que rodar un rato y charlar.
Hemos salido a las 8:45 y hemos decidido que subiríamos hasta la Vallensana desde Montcada, así que hemos ido hasta el paseo marítimo de Badalona y nos hemos dirigido hasta Sant Adrià, donde hemos bajado al río Besós.
Aunque el viento soplaba en contra hemos ido rodando hasta Santa Coloma de Gramenet donde hemos dejado el paseo del río para empezar a subir hacia la Vallensana.
Las primeras rampas nos han recordado que hacía varios días que no montábamos, pero hemos seguido subiendo sin problemas hasta que Isaac ha roto la cadena.
Troncha en la mano les he hecho una demostración de reparación de cadena que Fran e Isaac han agradecido para futuras ocasiones.
Hemos seguido subiendo a ritmo tranquilo hasta el final de la pista y allí había que tomar la decisión de seguir subiendo por unas rampas de hormigón con una pendiente considerable o subir por una calle que están abriendo, llena de barro y con una pendiente que cuesta incluso subir empujando.
Con la excusa de que Isaac sólo lleva 7 piñones, hemos renunciado a las cuestas de hormigón y hemos comenzado a empujar bici para arriba por un rampote del 15.
No he mirado el reloj pero seguro que hemos tardado más de 10 minutos en subir el tramo de barro y hemos llegado arriba maldiciendo en arameo.
Después de desenterrar las calas con un palo porque ni se veían, hemos subido hasta el coll de las ermitas y ya hemos bajado hasta Sant Jeroni y a tomar un cafelito.
El track está disponible aquí.

Descubriendo caminos

22 enero 2006 · 0 comentarios

El domingo nos reunimos en Badalona Fran, Isaac y Santi, para seguir un track de los amigos de BTTBADALONA, que nos llevaría desde Badalona hasta la conocida como "carretera de la cornisa" arriba del todo de la Serralada de Marina, en Alella.
Parece ser que ya me voy aclarando con el nuevo GPS y esto nos empieza a abrir nuevas salidas por caminos que no conocíamos.
Así nos dirigimos por el paseo marítimo desde Badalona hasta la estación de Renfe de Montgat-Nord, donde cruzamos la N-II antigua y empezamos a subir un poco hacia la montaña.
Tras atravesar la autopista, seguimos bastante rato un camino paralelo a ella que nos llevó hasta Alella, donde continuamos subiendo por la riera. Aunque el ritmo no era muy fuerte, Isaac empezaba a estar un poco cansado y eso que no había empezado lo más duro.
Descansamos un poco, atravesamos la carretera que lleva hasta Vallromanes y empezamos la subida por pista que nos debía llevar hasta la carretera de la cornisa. Tras varias pausas, llegamos arriba sin mayores contratiempos.
La sorpresa fue de Fran cuando comprobó que se podía ir a Sant Mateu sin tener que subir la temida cuesta del depósito de Badalona y con un considerable ahorro de tiempo y de fuerzas ya que este camino es bastante asequible.
Esta nueva ruta permite plantear salidas que lleven más allá de Sant Mateu y que no duren todo el día.
Aunque pretendíamos volver deshaciendo el camino, al final seguimos hasta Can Raspall donde tomamos un café para emprender la bajada por Teià hasta el paseo marítimo, regresando hasta Badalona.
Como esto del GPS está en marcha y lo prometido es deuda, aquí va el primer TRACK de la salida.

Collserola, ya estamos aquí...

15 enero 2006 · 0 comentarios

Después de unos cuantos días sin salir por Collserola, el domingo nos presentamos en Cerdanyola Alfons, Fran, Isaac y Santi.
El día estaba fresquito como corresponde al mes de enero y con bastante niebla.
Era la primera vez que Isaac salía por Collserola y, acostumbrado a la dureza de las pistas de la Sierra de Marina, encontró que estas pistas son "autopistas" especiales para bicicletas y no le falta razón.
El recorrido que hicimos fue: Sant Iscle de les Freixes, Can Catà, carretera del Cementiri, Forat del Vent, carretera hasta el Portell de Valldaura - en consideración de Isaac le ahorramos el Matamachos, pero sólo porque era su primera vez en Collserola, la próxima ya se enterará, ya...-, bajada por la "pista de Víctor" hasta Sant Medir, Can Borrell, Can Coll -cafelito reglamentario aderezado con surtido de barritas- y vuelta por carretera ya que se nos había hecho bastante tarde.
Agradable salida, con mucha diferencia de temperatura y clima entre la vertiente marítima -sol y calorcillo- y la umbría vertiente del Vallès -frío y niebla-, proporcionando unos contrastes sorprendentes.
También se han notado las últimas lluvias, que esperemos que sigan, pues había bastante barro en algunas zonas y dimos algún que otro patinazo sin consecuencias sobre las piedras mojadas de la "pista de Víctor".
Estrené GPS - Foretrex 201- y todavía estoy en proceso de aprendizaje, así que pronto empezarán a aparecer los tracks de las salidas de estas crónicas.

La primera del año... pasada por agua

09 enero 2006 · 0 comentarios

La primera convocatoria de salida colectiva del 2006 era el sábado a las 9:00 en Badalona y la previsión del tiempo era de lluvias generalizadas en la costa, así que la cosa no pintaba bien.
Por extraño que pueda parecer, "el hombre del tiempo" acertó y ya de buena mañana llovía a ratos, por lo que a la hora de salir me lo pensé dos veces y a punto estuve de no acudir, pero justo cuando debía salir de casa paró de llover y salí.
Mientras iba hacia el lugar de encuentro empezó a llover y llegué a casa de Dami -donde habíamos quedado- un poco remojado. Allí sólo estaba Dami que, en pijama todavía, esperaba a ver si alguno se atrevía a ir.
Tras esperar 10 minutos vimos como ni Fran ni Kiko llegaban, así que viendo que cada vez llovía más, nos fuimos a tomar café directamente y a charlar pues hacía bastantes días que no nos veíamos.
Mientras tomábamos café nos dimos cuenta de que habíamos acertado con la decisión de no salir, pues en todo el rato no paró de llover y a ratos muy fuerte.
Finalmente y cuando aflojó un poco, me volví a subir en la bici y para casa donde una ducha bien caliente me esperaba.
Aunque hacía falta que lloviera, podía haberlo hecho otro día ¿no?
Esperemos que el tiempo mejore...