On the road again...

13 marzo 2006 ·


Ya iba tocando que el tiempo nos diera una tregua y de que los fríos y las lluvias invernales se fueran por donde vinieron, dando paso a la esperada primavera.

El domingo el día era de lo más apropiado para ir en bici: solecito, temperatura agradable y sin viento.

Nos reunimos en Badalona Fran, Isaac y yo (Santi). Isaac estrenaba bici nueva, una B-Pro muy chula que por fin ha jubilado a la Decathlon que ya empezaba a estar para el arrastre. Tras los saludos de rigor, nos ponemos en marcha hacia el Paseo Marítimo de Badalona.

Nuestra ruta prevista para hoy es una que nos llevará hasta la zona más alta de Alella, por donde transcurre la llamada "Carretera de la Cornisa". Esta ruta sube muy progresivamente y excepto el tramo final es "apta para todos los públicos".

Al llegar a la Rambla de Badalona, parada técnica a ajustar el freno de disco trasero de Isaac que no para de rozar y que en los 10 minutos que hace que salimos, ya nos tiene locos. Realizo la operación como si fuera un experto y a la primera queda bien ajustado. Realmente estos frenos con montaje Post Mount son mucho más fáciles de ajustar que los I.S. y sus arandelas. Hasta yo puedo hacerlo.

Nuestros oidos nos agradecen el silencio y seguimos hacia la estación de Renfe de Montgat Nord donde abandonamos el Paseo Marítimo y empezamos a subir un poco por la montaña.

Vamos tranquilos, charlando, contándonos nuestras cosas, pues hacía tres semanas que no nos veíamos. Así, poco a poco, llegamos a Alella y empezamos a subir hacia la montaña. De vez en cuando hacemos una paradita para descansar y tomar un traguito de agua, hasta que nos toca enfrentarnos a la parte más dura de la subida. Allí se empiezan a ver muchos molinillos funcionando muestra de que todavía falta mucho para estar en forma. Como yo no soy para nada partidario de ese desarrollo tan fácil, intento que Isaac no abuse de él y evitar así que se queme, pero no está mucho por la labor así que lo dejo que vaya a su rollo.

¡Por fin llegamos arriba! La verdad es que hoy les ha parecido algo más fácil que la otra vez que los subí por el mismo camino. Seguramente la agradable temperatura y el solecillo ayudan. Seguimos avanzando hacia el norte sin "negociar" la ruta que íbamos a a seguir. Creo que pensaban que íbamos a repetir lo que hicimos la otra vez que vinimos por aquí: tomar café a Can Raspall y emprender el camino de vuelta, pero yo tenía otros planes algo más malvados. ;-)

Conforme vamos pedaleando, dejo caer un "Podríamos llegarnos hasta Sant Mateu, ¿no?". La cara de Fran se cambia por completo pues sabe que eso supone subir un rato más. Isaac, que no conoce el camino, no pone demasiadas objeciones hasta que tras una curva de la pista ve lo que todavía nos falta por subir y se le pone una cara parecida a la de Fran. A pesar de las caras, en ningún momento ponen ninguna excusa para no ir a la Ermita de Sant Mateu, así que subimos y subimos y subimos...

Tanto subir tiene una recompensa y es la vista que se tiene de la costa del Maresme. Nos paramos en el Mirador de la Cornisa y descansamos mientras nos deleitamos con el paisaje.

Finalmente llegamos a Sant Mateu tras una trialera de subida que cada día está peor. Allí Fran e Isaac se zampan unas barritas y para abajo que ya se hace tarde. Escogemos una pista que baja hasta Premià de Mar y que tiene unos desniveles bestiales. Hoy los frenos nuevos de Isaac van a demostrar lo que valen.

Con la adrenalina baste alta y tras un pequeño revolcón de Isaac sin consecuencias, llegamos a Premià de Mar. Cogemos agua en una fuente y atravesando un paso subterráneo nos incorporamos de nuevo al Paseo Marítimo.

Allí está la población entera de la comarca del Maresme y algunos cuantos más que hemos venido de fuera. Atraídos por el solecito de la mañana hay unos diez mil millones de paseantes, niños en bicicleta, runners y, en la playa, el primer topless de la temporada.

Empezamos a esquivar gente hasta que cogemos la rueda de un par de ciclistas veteranos que tienen lo que hay que tener y que no tenemos nosotros... un timbre en el manillar para ir avisando de nuestra presencia. Hoy sin ese pequeño artilugio nos hubiera costado avanzar más todavía debido a la densidad del tráfico.

Por fin llegamos a Badalona y allí nos despedimos hasta la semana siguiente, con la satisfacción de haber hecho una salida con un poco más de fundamento que las invernales, que habían sido de supervivencia.

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