Solo ante el peligro...

20 marzo 2006 · 0 comentarios


Hoy el día no estaba para muchas historias.
Ha amanecido recién llovido, con nubes negras amenazando y diciéndome "Como salgas te vas a enterar".
Yo no me tengo por muy valiente que digamos, pero tampoco me gusta que me amedrenten con bravuconadas, así que me he vestido de "torero", he desayunado un poco y me he lanzado a recorrer mundo.

Hoy no tenía ningún compañero para compartir ruta. Diferentes compromisos familiares y la amenaza meteorológica del sábado me habían dejado más solo que la una. No es una situación nueva para mí, ya que entre semana casi siempre salgo solo, pero los domingos son más una jornada social que deportiva, pero hoy será diferente.
Total, que he salido y me he dirigido a la montaña de Badalona.

Tengo pensado llegar carenando la montaña hasta Alella y bajar por el camino que utilizamos la semana pasada Fran, Isaac y yo para subir, eso si el tiempo me lo permite pues la cosa no pinta bien.

Por el camino me encuentro con un grupo de cuatro bikers y durante un buen rato compartimos ruta. Al llegar a Montigalà me separo de ellos y empiezo a subir hacia Sant Joroni de la Murtra.
Contrariamente a lo que es normal los domingos, sólo me encuentro a un ciclista más durante mucho rato. El tipo de suelo de esta montaña no forma barro, así que se puede circular sin problemas.

No llueve ni hace aire, por lo que enseguida me tengo que bajar un poco la cremallera de la chaqueta porque la subida me hace sudar. Se nota que ya la temperatura no es tan fría como en el invierno.
Llevo un buen ritmo tranquilo, sin apretar el ritmo excesivamente pero tampoco me paro así que el promedio es bastante bueno.

Llego hasta la parte más alta de la Vallençana y, sin descansar, me dirijo a la subida del depósito -temible subida donde las haya-, pero se ve que estoy fuerte porque subo los primeros tramos sin demasiado esfuerzo.

Al pasar por la cantera de la Vallençana, me viene un tufo de los residuos que están utilizando para volver a rellenarla. Yo no entiendo mucho de esto, pero me parece a mí que estos materiales que se supone que son inertes y que están embalados en plástico y luego enterrados no deberían producir olor ¿no?. Se supone que son inertes.

Hago un repaso mental de las autoridades municipales y autonómicas y me pregunto si se preocuparán de venir a ver como la montaña huele a basura. Mucho me temo que no.
A lo lejos veo un grupo de ciclistas que sube delante mio y enseguida les cojo la rueda hasta que se paran a descansar en un replano, pero justo en ese momento del mismo replano reinicia la marcha otro grupo de cuatro o cinco ciclistas y me uno a ellos para la subida, al principio detrás pero en la primera rampa fuerte ya paso delante.
Cuando llego arriba ya sólo uno de ellos me acompaña.

En lugar de detenerme, me subo la cremallera de la chaqueta hasta arriba y empiezo a crestear en dirección a la Conrería. Allí tampoco me paro a coger agua pues llevo el bidón casi lleno, así que continúo en dirección a Nou Pins.

Justo donde se acaba el camino asfaltado y empieza la pista me encuentro un biker que sube empujando la bicicleta. El camino es subida pero tampoco como para tener que empujar. Miro las ruedas y las lleva infladas, miro los pedales y los lleva, hasta que miro la cadena y... oh, resulta que no tiene.
Le pregunto si tiene idea de dónde la ha perdido y me ofrezco a ayudarle a buscarla, pero me comenta que ya la ha buscado y no ha sido capaz de encontrarla, y que ya va de camino a casa. Me da las gracias y nos despedimos.
Sigo pedaleando solo y pensando si no tendría que añadir una cadena de repuesto a mi repleta bolsa de repuestos, pero creo que ya sería demasiado previsor. Hay que dejar algo a la aventura.

Paso Nou Pins, descanso habitual de ciclistas y hoy desierto, y enfilo hacia la Urbanización Alella Park por el GR-92.
Enseguida me doy cuenta que desde la última vez que pasé han ensanchado la pista y al poco me cruzo con un grupo de unos 25 paseantes. Como siempre reduzco la velocidad y los saludo cortesmente. En la siguiente curva me encuentro de morros con un 4x4 de los Mossos d'Esquadra a los que también saludo.
Ya era hora de que alguien patrullara y que los muchachos de los quads y los moteros dejen de campar a sus anchas y de destrozar las pistas por donde tienen prohibida la circulación, amén del evidente riesgo para los que tranquilamente paseamos a pie o en bicicleta, porque casi nunca reducen su velocidad al cruzarse con nosotros.

Antes de atravesar la urbanización Alella Park oigo a lo lejos, en la montaña, el sonido de un quad a todo trapo. Me acuerdo de la patrulla de Policía y pido para mis adentros que lo enganchen.

Inmerso en mis pensamientos atravieso la urbanización y tomo de nuevo el GR-92. Me quedo asombrado ante el espectáculo tan maravilloso. Bosque a un lado y a otro del camino mojado por la lluvia, con el único sonido de las gotas de lluvia cayendo y una leve niebla que le acaba de dar un toque especial. ¡Cómo me gusta la montaña! Aflojo el paso y me deleito con el espectáculo hasta que una bajada tirando a bestia reclama toda mi atención. Con el suelo mojado hay que estar atento.

Cruzo la carretera de Alella a Vilanova del Vallès y enseguida me incorporo a la "carretera de la Cornisa", por donde llego hasta el desvío que pensaba coger de bajada.
Nada más dejar la pista principal veo por donde ha subido el quad que había oído a lo lejos. Vuelvo a maldecir entre dientes al ver el estado en que ha dejado la pista por la que tiene prohibido circular.
Empiezo a bajar y las derrapadas están por todos sitios y son todavía más profundas en las curvas donde el muy... se ha cebado con el acelerador. Es evidente que no todos se comportarán de esta forma, pero la verdad es que es difícil que les pongamos buena cara cuando nos los cruzamos en la montaña, pues demuestran que no la aman lo más mínimo.

Empieza a llover más fuerte justo cuando estoy más a descubierto. Es lo que suele pasar, así que aprieto bajando hasta el Puerto de El Masnou y allí cojo el Paseo Marítimo hoy casi desierto hasta Badalona.
Sólo los surfers están sacándole provecho al alterado estado del mar.

Realmente me cuesta bastante menos hacer el recorrido en bicicleta que cuando lo hago corriendo. :-)

Por fin llego a casa con el pan recién comprado, bastante chorreando y con la cara llena de barro. Si no hubiera sido por el muchacho del quad, hubiera sido una salida perfecta.

On the road again...

13 marzo 2006 · 0 comentarios


Ya iba tocando que el tiempo nos diera una tregua y de que los fríos y las lluvias invernales se fueran por donde vinieron, dando paso a la esperada primavera.

El domingo el día era de lo más apropiado para ir en bici: solecito, temperatura agradable y sin viento.

Nos reunimos en Badalona Fran, Isaac y yo (Santi). Isaac estrenaba bici nueva, una B-Pro muy chula que por fin ha jubilado a la Decathlon que ya empezaba a estar para el arrastre. Tras los saludos de rigor, nos ponemos en marcha hacia el Paseo Marítimo de Badalona.

Nuestra ruta prevista para hoy es una que nos llevará hasta la zona más alta de Alella, por donde transcurre la llamada "Carretera de la Cornisa". Esta ruta sube muy progresivamente y excepto el tramo final es "apta para todos los públicos".

Al llegar a la Rambla de Badalona, parada técnica a ajustar el freno de disco trasero de Isaac que no para de rozar y que en los 10 minutos que hace que salimos, ya nos tiene locos. Realizo la operación como si fuera un experto y a la primera queda bien ajustado. Realmente estos frenos con montaje Post Mount son mucho más fáciles de ajustar que los I.S. y sus arandelas. Hasta yo puedo hacerlo.

Nuestros oidos nos agradecen el silencio y seguimos hacia la estación de Renfe de Montgat Nord donde abandonamos el Paseo Marítimo y empezamos a subir un poco por la montaña.

Vamos tranquilos, charlando, contándonos nuestras cosas, pues hacía tres semanas que no nos veíamos. Así, poco a poco, llegamos a Alella y empezamos a subir hacia la montaña. De vez en cuando hacemos una paradita para descansar y tomar un traguito de agua, hasta que nos toca enfrentarnos a la parte más dura de la subida. Allí se empiezan a ver muchos molinillos funcionando muestra de que todavía falta mucho para estar en forma. Como yo no soy para nada partidario de ese desarrollo tan fácil, intento que Isaac no abuse de él y evitar así que se queme, pero no está mucho por la labor así que lo dejo que vaya a su rollo.

¡Por fin llegamos arriba! La verdad es que hoy les ha parecido algo más fácil que la otra vez que los subí por el mismo camino. Seguramente la agradable temperatura y el solecillo ayudan. Seguimos avanzando hacia el norte sin "negociar" la ruta que íbamos a a seguir. Creo que pensaban que íbamos a repetir lo que hicimos la otra vez que vinimos por aquí: tomar café a Can Raspall y emprender el camino de vuelta, pero yo tenía otros planes algo más malvados. ;-)

Conforme vamos pedaleando, dejo caer un "Podríamos llegarnos hasta Sant Mateu, ¿no?". La cara de Fran se cambia por completo pues sabe que eso supone subir un rato más. Isaac, que no conoce el camino, no pone demasiadas objeciones hasta que tras una curva de la pista ve lo que todavía nos falta por subir y se le pone una cara parecida a la de Fran. A pesar de las caras, en ningún momento ponen ninguna excusa para no ir a la Ermita de Sant Mateu, así que subimos y subimos y subimos...

Tanto subir tiene una recompensa y es la vista que se tiene de la costa del Maresme. Nos paramos en el Mirador de la Cornisa y descansamos mientras nos deleitamos con el paisaje.

Finalmente llegamos a Sant Mateu tras una trialera de subida que cada día está peor. Allí Fran e Isaac se zampan unas barritas y para abajo que ya se hace tarde. Escogemos una pista que baja hasta Premià de Mar y que tiene unos desniveles bestiales. Hoy los frenos nuevos de Isaac van a demostrar lo que valen.

Con la adrenalina baste alta y tras un pequeño revolcón de Isaac sin consecuencias, llegamos a Premià de Mar. Cogemos agua en una fuente y atravesando un paso subterráneo nos incorporamos de nuevo al Paseo Marítimo.

Allí está la población entera de la comarca del Maresme y algunos cuantos más que hemos venido de fuera. Atraídos por el solecito de la mañana hay unos diez mil millones de paseantes, niños en bicicleta, runners y, en la playa, el primer topless de la temporada.

Empezamos a esquivar gente hasta que cogemos la rueda de un par de ciclistas veteranos que tienen lo que hay que tener y que no tenemos nosotros... un timbre en el manillar para ir avisando de nuestra presencia. Hoy sin ese pequeño artilugio nos hubiera costado avanzar más todavía debido a la densidad del tráfico.

Por fin llegamos a Badalona y allí nos despedimos hasta la semana siguiente, con la satisfacción de haber hecho una salida con un poco más de fundamento que las invernales, que habían sido de supervivencia.

Verano Azul

04 marzo 2006 · 0 comentarios

Después de la duatlón de Súria y tras una semana de recuperación, el domingo quedamos para salir Alfons y yo en Cerdanyola. Estamos bajo mínimos con todo el mundo descarriado.
Como el día anterior nos habíamos dado una paliza buena de correr - bueno, paliza para mí, porqué Alfons está hecho un monstruo y ni se enteró- salimos en plan tranquilo, a ver cómo nos encontrábamos y decidir sobre la marcha.
Enfilamos la pista de Sant Iscle, Can Catà y a continuación decidimos probar por la subida que llamamos de la "Viga", que ya he contado alguna vez que tiene un subidón de dos pares de narices.
Al llegar arriba subimos también el "Matamachos" y ante la opción de que las pistas de bajada estuvieran todavía cortadas por los árboles caidos, decidimos que ya habíamos cumplido por hoy y bajamos tranquilamente y charlando hacia Can Coll.
Allí no tomamos ni café y para casa.
Salida de las de antes que nos sirvió para, por lo menos, mover un poco las piernas después del palizón del día anterior.