Después de la duatlón de Súria y tras una semana de recuperación, el domingo quedamos para salir Alfons y yo en Cerdanyola. Estamos bajo mínimos con todo el mundo descarriado.
Como el día anterior nos habíamos dado una paliza buena de correr - bueno, paliza para mí, porqué Alfons está hecho un monstruo y ni se enteró- salimos en plan tranquilo, a ver cómo nos encontrábamos y decidir sobre la marcha.
Enfilamos la pista de Sant Iscle, Can Catà y a continuación decidimos probar por la subida que llamamos de la "Viga", que ya he contado alguna vez que tiene un subidón de dos pares de narices.
Al llegar arriba subimos también el "Matamachos" y ante la opción de que las pistas de bajada estuvieran todavía cortadas por los árboles caidos, decidimos que ya habíamos cumplido por hoy y bajamos tranquilamente y charlando hacia Can Coll.
Allí no tomamos ni café y para casa.
Salida de las de antes que nos sirvió para, por lo menos, mover un poco las piernas después del palizón del día anterior.
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