Muchas lunas desde mi última aparición por este blog a contar peripecias.
Suma y sigue
Peregrinación a Montserrat
Esta vez aparte del componente deportivo se le añadía un componente más espiritual, pues tenía pendiente desde ya hacía demasiado tiempo una visita a "mi Moreneta".
Anulaciones de última hora en compromisos previos, nos dejaron el día 11 de junio disponible y, ni cortos ni perezosos, cambiamos la fecha y para Montserrat se ha dicho.
A las 7:15 iniciamos la ruta desde la misma puerta de Alfons y nos dirigimos hacia Sant Cugat siguiendo un par de tracks que había conseguido en la red.
Primera duda en el seguimiento del track, que nos lleva a dar una vueltecita pero enseguida encontramos de nuevo el camino. Pasamos por el cementerio de Roques Blanques en El Papiol que a esa hora todavía no cuenta con visitantes y donde se respiraba bastante Paz.
Siguiendo el track, segundo despiste del día. Demasiado cercano al primero y me empiezo a mosquear conmigo mismo por no saber interpretar lo que el GPS me dice. Enseguida solventamos la pérdida y retomamos el camino correcto. A partir de aquí, las minúsculas flechas amarillas que indicaban el camino correcto, se vuelven flechotas enormes que casi nos hacen olvidar el GPS y seguir exclusivamente las indicaciones que vamos encontrando.
Ya empezamos a tener hambre y, como caida del cielo, nos cruzamos con la carretera que va desde Terrassa hasta Martorell, justo a la altura de un restaurante con una pinta increible. No lo dudamos ni un segundo y nos paramos para reponer fuerzas.
Ir hasta el restaurante nos ha alejado del camino marcado por las flechas amarillas, pero siguiendo el señalado por el track, así que al reanudar la marcha decidimos seguir el track y no deshacer lo andado para buscar las flechas, convencidos de que más alante volverían a juntarse ambos caminos.
Siguen los baja-sube y el calor empieza a hacerse patente pues este tramo de la ruta transcurre por una zona bastante falta de sombras y polvorienta.
Enseguida nos encontramos con que el camino que transitamos está marcado con unos papelitos de color naranja de una caminada desde Barcelona a Montserrat. ¡Para que luego digan que nosotros estamos locos!.
Tras atravesar varias urbanizaciones, finalmente bajamos por una trialera que al final nos hace poner pie a tierra, pues no estamos para caernos a estas alturas. Allí hay un cartel que anuncia que nos faltan 25 kms a Montserrat y eso nos anima bastante.
Al otro lado del cauce empieza un subidón que hacemos empujando. Suerte que es bastante corto y enseguida se convierte en asfaltado al paso por una urbanización. Continuamos el track y las flechas amarillas que ya coinciden durante un buen rato, hasta que las flechas se van hacia una trialera de bajada y el track indica recto por la urbanización.
Un par de kilómetros más allá, empieza una bajada que nos lleva hasta una carretera que va a parar hasta Olesa de Montserrat. La bajada es bastante rápida y propongo tomar algo fresquito al llegar al pueblo, cosa que hago yo solo pues a Alfons no le apetece. Me tomo una Coca-Cola que me sabe a gloria, pues ya estaba un poco harto del agua del Camelbak.
Este enlace es bastante incómodo pues, al no encontrar un camino alternativo, lo hacemos por carretera. A pesar de que hay un hermoso arcén por el que transitamos, no somos muy amantes del tráfico rodado, así que apretamos el paso a pesar de la subida de algunos tramos. Creo que es aquí donde Alfons se lleva la puntilla, pues no deja mi rueda en ningún momento y acaba de "petar".
Por fín hemos llegado a Monistrol, aunque Alfons va bastante cansado. Incluso propone subir al Monasterio en el teleférico. Medio le convenzo con la pueril excusa de que igual no nos dejan subir las bicis. Pueril, pero cuela...
Nos cuesta retomar la subida pero seguimos a un ritmo más que lento. Alfons lleva un desarrollo muy fácil y aun así parece que no pueda moverlo. Su plato pequeño entra en acción y a medida que vamos avanzando la cadena empieza a subir a los piñones mayores. Eso no es buena señal y más cuando dice que empieza a tener calambres en los cuadriceps.
Falta media hora para que pase el tren así que no nos podemos despistar mucho.
El tiempo apremia más y más y veo que no vamos a llegar a tiempo de coger el tren.
Ahora toca hacer bondad que ya se han consumido los "vales por una jornada ciclista intensa", durante algún tiempo.
Cabrerés 2006
Esta edición de la Cabrerès ha sido un poco diferente de las dos anteriores en que participé, pues mi retoña me ha acompañado y hemos compartido unos días inolvidables con la bicicleta como protagonista, aunque pensándolo bien, la bicicleta no ha sido más que una excusa para estar juntos y disfrutar.
El sábado por la tarde, mi retoña participó por primera vez en la Mini-Cabrerès y la cosa no pudo ir mejor.
Tras comer más pronto que de costumbre, cogimos todos los bártulos y nos dirigimos hacia L'Esquirol, donde llegamos sobre las 15:30.
El ambiente estaba tranquilo y pudimos aparcar casi en la puerta del recinto ferial.
Recogimos el dorsal, se lo pusimos a la bici y nos dirigimos al circuito al que los más pequeños se hartarían de dar vueltas. Empizaba la sesión de entrenamientos previos.
La retoña no muy acostumbrada lo abrupto del terreno que formaba el circuito, al principio sólo sabía decir "Uy, uy, uy,..." mientras yo iba corriendo a su lado cogiéndola por el sillín o por el hombro y diciéndole por donde era la trazada buena, por donde no había que pasar por el elevado riesgo de talegazo, donde frenar. Vamos, que ni Fernando Alonso...
Poco a poco y con esa facilidad que sólo los niños tienen, le fue cogiendo el tranquillo y subía las cuestas sin ayuda, frenaba donde tenía que frenar, apretaba donde tenía que apretar y tomaba las curvas con una soltura pasmosa.
Había pocos niños entrenando así que la circulación era fluida, pero en una curva un niño se cayó en la parte de dentro y al abrir la trazada para esquivarlo se fue a la "zona de alto riesgo de talegazo", donde las previsiones se cumplieron y dió con los huesos en el suelo todo lo larga que es. Por suerte el terreno en esa zona era totalmente polvoriento y me recordaba al que hay en los caminos de Almería, sin un granito de arena, todo polvo. Así, sólo su orgullo quedó lastimado y al ayudarle a levantarse parecía un boquerón al que le espera la sartén.
Las gafas de sol que llevaba le protegieron los ojos del polvo, pero la cara se quedó bastante churretosa con las cuatro lágrimas que echó.
Todavía no habían dado la salida y ya teníamos un incidente en la pista. Los entrenamientos siguieron tras el percance y sin más problemas llegó la hora de la salida que se daba en el recinto ferial.
Desde allí volvimos al circuito y los miembros de la organización se colocaron estratégicamente para ayudar a los pequeños en las zonas más difíciles. Había una gran cantidad de niños y niñas bien pertrechados con sus cascos (obligatorio naturalmente), guantes e incluso rodilleras y coderas para los más freeriders. Con esta gran cantidad de bicicletas, la hora punta llegó al circuito y se hacía difícil la conducción.
La retoña me dejó asombrado pues esquivaba al resto de bicicletas con una facilidad pasmosa escogiendo la trazada más adecuada en cada momento. Incluso cuando desaparecieron los embotellamientos pudo hacer algunas vueltas sin ayuda.
En todo momento, tanto en los entrenamientos como en la carrera, fui corriendo a su lado, aunque no pude evitar el talegazo y eso es evidente que le dió bastante tranquilidad.
Tras tropecientas vueltas al circuito la convencí para dar por terminada la prueba y dirigirnos al recinto ferial para recoger el recuerdo que les regalaban y donde tenían preparada una merienda.
El recuerdo consistía en una camiseta estampada con el logotipo de la prueba como acreditación de su participación.
Sobra decir que, entre lo pronto que habíamos comido y el montón de vueltas que había dado al circuito, se zampó el dónut y el zumo que le sirvieron como merienda en un periquete.
Al llegar al coche se cambió la sucia camiseta por la nueva y a los 10 minutos de haber iniciado el regreso ya estaba durmiendo como un angelito.
Al llegar a casa le pregunté si el año que viene volveríamos o si le había parecido un rollo y contestó que el año que viene también quería ir, así que nos iremos preparando...
Domingo 21
A las 5:10 sonó el despertador y tras remolonear lo justome levanté, me vestí de torero, desayuné un poco, aunque a esas horas..., cogí los bártulos y salí hacia la Cabrerès.
Aunque era negra noche, al llegar a la autopista AP-7, ya había muchos coches con bicicletas de montaña en las bacas y en los portones traseros, signo de que la manada se había puesto en marcha sin importar la hora.
El viaje fue tranquilo y con menos tráfico que otros años. Sin duda los 15 minutos de adelanto se estaban notando.
A las 7:05 ya estaba con el coche aparcado y pedalendo sobre la bici buscando la salida. Le pregunto a un miembro de la organización y me envía hacia el recinto ferial y allí encuentro las primeras flechas que marcaban el recorrido.
Curiosamente pasé al lado del circuito que el día anterior había servido de debut a mi retoña y me vinieron a la mente todos los momentos vividos la víspera.
Conforme iba avanzando en el recorrido me di cuenta de que volvía a pasar cerca de donde tenía el coche aparcado. Las indicaciones de la organización me habían regalado 10 minutos de vuelta al pueblo para volver al mismo punto. ¡Empezamos bien!.
Más madera...
Ya hacía tiempo que tenía ganas de dar una vuelta por el GR-92.
Hace un año y medio hicimos un intento de completar la travesía por ese sendero de Gran Recorrido desde Tordera a Badalona (unos 85 kilómetros más o menos), pero una lamentable falta de previsión nos llevó al fracaso más absoluto, teniendo que abortar la misión en Sant Celoni con 60 kilómetros en las piernas después de varias pérdidas y con algín percance.
Es una espina que tengo clavada y que algún día me quitaré... espero.
Como aperitivo y reconocimiento de la zona, para el lunes programé una salida que nos pretendía llevar desde Badalona a Sant Celoni, por el GR-92 (unos 57 kilómetros), siguiendo el track de mis paisanos del BTTBADALONA.
Los tres intrépidos aventureros en la salida con el Meditérraneo como testigo
Tras los saludos de rigor empezamos a pedalear en dirección a Montgat, donde empezamos a subir hacia la montaña, en busca del GR-92.
El día estaba claro y sin viento con una temperatura más que agradable que invitaba a la aventura.
Tras llegar a Alella seguimos subiendo hasta la Carretera de la Cornisa, donde nos encontramos a un caminante que nos preguntó por Vallromanes. Le indicamos lo mejor que supimos y seguimos la marcha.
En un rato más llegamos hasta La Roca d'en Toni, un dólmen prehistórico donde nos zampamos unos bocatas y unas barritas y descansamos un poco. Hasta aquí el camino ha sido más o menos llevadero y lo peor está por llegar, sobre todo porque no conocemos qué es lo que nos espera.
Posando en La Roca d'en Toni
Con energías renovadas continuamos navegando el track. A partir de aquí es territorio inexplorado para los tres, así que extremamos las precauciones ante posibles inprevistos en el camino.
Llegamos a la ermita de Sant Bartomeu que Alfons reconoce de haber pasado en la marcha Prehistórica y atravesamos la primera carretera de las cuatro que nos iremos encontrando por el camino. El paso por cada una de esas cuatro carreteras va a suponer bajar para después subir, pues transcurren por los valles.
Ahora cogemos una senda bastante estrecha y con mal firme donde todavía se aprecian las marcas de las ruedas de la Pedalada de Cabrils del día anterior. Incluso se observan las señales que indicaban el recorrido de la pedalada.
Aquí pasamos un momento de crisis, pues al atravesar una zona de arboleda muy espesa y donde la pista desaparecía casi por completo debiendo llevar la bici a cuestas, las señales del GPS desaparecieron al mismo tiempo que la pista y durante un ratito fuimos a ciegas. Suerte que la intuición me funcionó y cuando las señales del satélite volvieron estábamos en la buena senda.
Seguimos pista ancha y a ritmo tranquilo íbamos tragando kilómetros. Isaac, sabiamente, no quería fundirse y en las subidas lo dejábamos atrás aprovechando las sombras para esperarlo pues el sol ya picaba lo suyo.
En continuos sube-baja fuimos avanzando hasta que al atravesar la cuarta carretera nos enfrentamos a la parte más dura del recorrido y con más de 40 kilómetros ya en nuestras piernas.
Nos detuvimos delante de un cartel con un mapa de la zona, donde un grupo de espléndidas adolescentes en bicicleta intentaban situarse. Isaac, bastante prudente, se quedó en el camino mientras Alfons y yo probábamos de intuir lo que nos quedaba. También ayudamos a las señoritas a saber donde estaban. Al momento llegó otro ciclista que nos preguntó de donde veníamos y a donde íbamos. La cara que puso al decirle que veníamos desde Badalona fue de bastante sorpresa. Supongo que no estaba acostumbrado a encontrarse locos como nosotros cada día. Nos dijo que hasta Sant Celoni quedaban todavía 2 horas si nos dábamos prisa y como eso no coincidía con mis previsiones no le hice demasiado caso. Le dí las gracias, nos despedimos y seguimos ruta.
Alfons ya empezaba a estar un poco preocupado pues pretendía coger el tren a las 12:45 en Sant Celoni, para llegar a una hora prudencial a casa. Como eran las 11:15 teníamos 1:30 para hacer lo que el ciclista nos dijo que tardaríamos 2 horas si íbamos rápido. Debíamos darnos prisa, pero Isaac ya tenía la luz de la reserva encendida y quedaba lo peor.
Poco a poco fuimos avanzando. Nos parábamos a esperar a Isaac mientras una enorme cantidad de coches nos adelantaban por la pista del GR-92 en dirección al Santuario del Corredor. Estábamos sorprendidos de ver tantos coches que iban levantando muchísimo polvo, hasta que al llegar a las proximidades del Santuario observamos como había una especie de romería, con una cantidad enorme de gente.
Hasta llegar allí la subida fue interminable. No era demasiado dura pero si muy, muy larga. Alfons y yo temíamos por Isaac y hasta en algún momento nos llegó a preocupar que no fuera capaz de llegar arriba, al Santuario, donde le estábamos esperando.
Aprovechamos para hacernos unas fotillos mientras el tiempo iba pasando y pasando.
Alfons celebra la llegada al Santuario con una barrita.
Bonita foto, yo soy el de rojo, no el de blanco
Por fín llega Isaac donde le recibimos como a un héroe. Bueno, en realidad, lo es. Esta ha sido su mayor aventura hasta el momento y no será la última seguro.
Le dejamos descansar más bien poco pues el tiempo apremia, además a partir de aquí es todo bajada.
Nos tiramos cuesta abajo al grito de "mar***n el último" y disfrutamos como unos cosacos del bajadón, aunque teniendo cuidado pues la arena suelta sobre el firme duro no se lleva muy bien con las tumbadas en bici y además todavía subían coches a la romería.
Aunque el 99% es bajada, de vez en cuando hay algún repecho que pica un poco hacia arriba y que el pobre Isaac le debe parecer el Tourmalet.
Llegamos a la carretera y seguimos bajando. Vamos con el plato grande y tirando pues vemos que no llegamos a coger el tren. Al mirar atrás veo a Alfons a rueda y al pobre Isaac 200 metros más atrás. Al llegar a un cruce decido aflojar y esperarlo pues ya está claro que no cogemos el tren.
Seguimos un poco más tranquilamente y llegamos a la estación cinco minutos tarde.
Sacamos los billetes y tras repasar los horarios vemos que el próximo tren, al ser día festivo, no pasará hasta las 13:45. ¡¡Qué mala suerte!!. Una hora de espera por llegar 5 minutos tarde.
Aprovechamos el tiempo en la cantina de la estación. Invito a Isaac a una Coca-Cola pues hoy ya se ha ganado el título honorario de "MOUNTAIN BIKER", así con mayúsculas. Jamás había hecho una gesta de este calibre y está "petao", pero le ha puesto la dosis necesaria de ganas y testiculina para ser capaz de acabar lo que empezó. Chapeau por él!!
Isaac con cara de "petao" bebiendo una Coca-Cola en Sant Celoni
Yo me encuentro bien, incluso tengo moral para pensar en subir al Turó de l'Home desde Sant Celoni. Aprovecho y les explico a mis compañeros de ruta que esto en realidad es menos de la mitad de la salida original, pues los bikers del BTTBADALONA después de llegar a Sant Celoni por el mismo camino que nosotros, comieron y se subieron al Turó de l'Home (1652 metros de altitud) bajando a continuación. ¡¡Vaya machotes!!
No se lo pueden creer y más cuando les comento que más de uno de los que subió ya ha pasado con creces el medio siglo. Estos abuelos son la leche.
Por fin subimos al tren que está casi vacío, acomodamos las bicis, nos sentamos y casi nos dormimos con una música clásica que sonaba por el hilo musical.
Alfons llega a su estación, nos despedimos y se baja, continuando Isaac y yo hasta nuestra parada. Tras bajarnos todavía nos falta un ratito de pedalear hasta casa e Isaac me ruega que le lleve por donde haya menos baches pues tiene el culo hecho polvo de tanto rato sobre el sillín.
Charlando le acompaño hasta cerca de su casa, nos despedimos y hasta la próxima.
A ritmo
Si queremos llegar a la Cabrerés con más o menos esperanzas de que no nos pasen 7000 ruedas de tacos por encima, tenemos que salir y montar, hacer el callo en el culo y acostumbrarnos a estar 5 ó 6 horas encima del sillín. Si no es así lo vamos a pasar mal.
En las últimas salidas vemos que cada día vamos mejor, incluso los que han estado de parón los meses de invierno, van mejorando en sus sensaciones sobre la bici y eso sólo tiene un secreto. Montar y meter kilómetros a las piernas.
El sábado hubo convocatoria en Cerdanyola donde acudieron Dami, Félix y Kiko. Yo no pude asistir por compromisos familiares y por tanto desconozco la ruta que siguieron.
El domingo se amplió la convocatoria y a los del sábado nos añadimos Alfons y yo. Tras los saludos de rigos empezamos a pedalear hacia la zona del Parc Tecnològic y de allí subimos por una "supersubida de la muerte" llena de raices, piedras y tierra suelta, que sólo Dami logró subir del tirón.
A mí me faltó poco pero me equivoqué en una trazada, me resbaló la rueda trasera y tuve que poner el pie a tierra aunque pude acabar de subirla sin más incidentes.
Hoy la ruta propuesta iba a llevarnos por sitios que normalmente frecuentamos pero en sentido opuesto.
Así nos dirigimos hacia Can Borrell para subir hasta la Ermita de Sant Medir y luego continuar subiendo por la conocida como "Pista de Víctor".
Yo prolongo la salida hasta casa pues he ido a Cerdanyola en bici y ahora me toca volver. Atravieso Montcada y por el Parque Fluvial del Besós llego hasta casa.
El fin de semana que viene, aprovechando los tres días de fiesta tenemos planeado hacer una ruta un poco diferente siguiendo un track con el GPS. Esperemos no perdernos...
Yupiiiiiii
Ya tocaba.
Después de muchísimos días sin tocar la bici, esta Semana Santa me he tomado la revancha.
La preparación de la Cursa de Bombers había hecho que centrara mis ratos libres en intentar no acabar el último de esta carrera y como consecuencia la pobre bici estaba ya criando telarañas.
Había minimizado el mono de montaña yendo a correr allí, pero aún así ya tenía ganas de sufrir un poco sobre la bici.
El martes, dos días después de la Cursa de Bombers, Alfons y yo nos reunimos en Cerdanyola para dar una vueltecita con la bici. Conscientes de que estaríamos machacados, salimos sin pretensiones, a ver qué pasaba y a hacer el recorrido que nos apeteciera.
Charlando y comentando las incidencias de la carrera fuimos pedaleando por la montaña que en este tiempo está preciosa, hasta que casi sin darnos cuenta llegamos a la Font Groga. Como íbamos bien de tiempo, decidimos que íbamos a ir hasta Sant Pere Mártir pues durante el invierno en varias ocasiones lo habíamos intentado y por falta de tiempo o por exceso de lluvia, todavía se nos resistía. Además Alfons no conocía el sitio y esto no podía seguir así.
Atravesamos Vallvidrera y nos presentamos al pie de la montaña dispuestos a afrontar el subidón que lleva hasta la cumbre.
Paciencia, platillo y parriba.
Llegamos cansados pero satisfechos y durante un buen rato nos deleitamos con la hermosa vista de Barcelona y alrededores que se divisa desde allí.
Vuelta hacia casa con el culo un poco dolorido pero satisfechos de la bonita salida y de lo fuertes que estábamos sin apenas salir con la bici.
Al día siguiente, bici y maletas al coche y para la Cerdaña donde Dami y su familia nos habían invitado a mi famialia a pasar unos días.
El jueves despertador y a las 8:30 con bastante frío Dami y yo salimos a recorrer los parajes cercanos a Llívia, sin ninguna subida digna de especial mención, pero con sube-bajas para ir haciendo "el callo en el culo" como dice Dami. Al atravesar una riera, nos mojamos los pies y con el frío que hacía, se nos quedaron como cubitos, suerte que hacía sol y durante un rato estuvimos con los pinreles al sol en una estampa memorable.
En total recorrimos 20 kilómetros para ir abriendo el apetito para el viernes donde nos esperaba una salida de montaña con Albert y Raul, amigos de Dami que están en bastante mejor forma que nosotros.
El viernes de nuevo despertador y hacia Santa Leocadia donde nos esperaban Albert y Raul para darnos para el pelo.
Tras las presentaciones y saludos de rigor, nos dirigimos hacia el Balneario de Llo, en la Cerdaña francesa y allí empieza la fiesta subiendo por carretera hacia el nacimiento del río Segre por un cañón de belleza increible pero con bastante pendiente.
Dami acusa bastante la subida y sus meses de abstinencia bicicletera, pero sube sufriendo como un campeón sin poner pie a tierra. Yo, contra todo pronóstico, sigo el ritmo que llevan Albert y Raul sin problemas y encima voy cómodo.
Antes de llegar a los 2000 metros de altitud empiezan a aparecer trozos de pista completamente cubiertos de nieve que, al principio nos hacen gracia, pero a medida que seguimos subiendo y se hacen más espesos y seguidos, ya nos dejan de hacer gracia, sobre todo cuando se nos empapan los pies por la nieve que nos llega hasta media pantorrilla en algunos lugares.
¡Que bonita la nieve!
El ritmo se ralentiza y el tiempo estimado de llegada a casa, donde nuestras familias nos esperan para ir de picnic, se va retrasando y la nieve que no desaparece.
Después de 50 minutos de empujar la bici, ya estamos hasta las narices de nieve y no tiene pinta de ir a menos, pero al final llegamos a la cumbre, cambiamos de vertiente y la nieve desaparece dando paso a una de las bajadas más bonitas que recuerdo.
Llegamos a un pueblecito francés llamado Err con los frenos de disco echando humo y los pelos de punta del bajadón. Nos despedimos de Albert y Raul y salimos pitando hacia Llívia donde nos tememos lo peor de nuestras cónyujas que ya deben de estar hartas de esperarnos, pero, oh, sorpresa, ni están enfadadas ni mucho menos.
37 kilómetros con casi 1000 metros de desnivel positivo y una altitud máxima de casi 2100 metros. ¡¡Ahí queda eso!!
El sábado, ya en Badalona, descanso pues el domingo de nuevo Alfons me tenía preparada una salida más que interesante desde Granollers hacia el macizo del Montseny, guiados por Tiko, un amigo suyo bastante maquinón.
El domingo recojo a Alfons en Cerdanyola, cargamos su bici en mi coche y para Granollers donde llegamos un poco antes de las 8:30.
Allí me presenta a Tiko y éste decide que, aunque ha estado unos días un poco enfermo y no está en plena forma, nos llevará al Sui.
En algunas crónicas de grupos de BTT que sigo habitualmente, había leido algo sobre ese pico que está en el macizo del Montseny y me sonaba que había un subidón bastante considerable, pero si hay que ir se va.
Iniciamos la ruta y enseguida me doy cuenta del especial estilo de Tiko. Para empezar no lleva casco ¿?, es bastante delgado y sobre la bici se desenvuelve de forma "especial", pues antes había corrido en carretera. No puedo evitar acordarme de Michel, un amigo de Dami que vive en Almería y que es clavadito a Tiko, tal vez un poco más bajito, pero muy parecido: flaco, con unas piernas que dan miedo, sin casco, etc.
Después, en la bajada, el parecido con Michel ya quedaría del todo patente, pero ya llegaré, ya.
Por caminos rurales y urbanizaciones llegamos hasta Cánovas, donde empieza la verdadera subida hacia el Parque Natural del Montseny por una carretera que pronto se convierte en pista y enseguida una cadena impide el paso a los vehículos.
Primer rampote y llegamos a un embalse donde el paisaje es precioso. Alijeramos ropa pues Tiko nos avisa de que la subida es importante y si él lo dice con esa planta de escalador que tiene, definitivamente hoy lo voy a pasar mal.
Seguimos subiendo y muy arriba en plena montaña se aprecia una masía. Tiko nos dice que la masía está a 1/3 de la subida. Yo me empiezo a asustar aunque me cayo y sigo subiendo sin rechistar aunque intentando regular.
Después de un buen rato de subida llegamos a la masía donde descansamos, nos comemos unas barritas y "admiramos" lo altas que son las montañas que todavía nos quedan por subir. Cada vez el suelo está peor con mucha arena, piedras y trozos de ramas, que unido al desnivel, hace que vaya abusando del plato pequeño sin remordimientos.
Tras casi 3 horas después de la salida, llegamos al Pla de la Calma y desde allí el Sui ya está casi al alcance de la mano. Cambiamos la pista ancha de arena por un sendero lleno de piedras y en 15 minutos más llegamos a la cima del Sui, desde donde la vista de la comarca del Vallès y del resto del Macizo del Montseny es espectacular. Lástima que haya un poco de neblina.
Llamo a la cónyuja desde la cumbre para que no prepare la comida todavía que aún faltan 28,6 kilómetros de bajada y la vuelta en coche.
Tras reponer algo de fuerzas, nos volvemos por el mismo camino que hemos subido.
Al llegar a la pista ancha, empieza una bajada a saco donde durante un rato soy capaz de seguir a Tiko. La bajada es muy complicada y deja a la altura del betún a la del viernes en Francia, aunque Tiko la baja a todo trapo.
Me viene a la memoria una caída que tuve en la bajada del Castell de Burriac en Argentona, que es muy parecida a esta y me da canguelo, por lo que decido esperar a Alfons que, como siempre, baja a su ritmo y bajar tranquilamente. Definitivamente este ritmo es bastante más sensato, pues no quiero pensar en pinchar una rueda bajando a todo trapo.
Con las muñecas fundidas de tanto bache, llegamos a la masía donde paramos en la subida y Tiko nos está esperando. Seguimos bajando y a la altura del embalse ahora hay bastante gente pasenado por lo que vamos más despacio hasta coger de nuevo el tramo asfaltado que lleva a Cánovas y que hacemos tirando a plato como si todavía tuviéramos fuerzas.
Las 3:15 horas de subida me han dejado el culo como el de un mandril y en el primer tramo asfaltado de subida me quedo fundido como una loncha de Tranchetes en una sandwichera.
Definitivamente la salida del viernes en la Cerdaña me está pasando factura. De hecho me sorprendo de haber tardado 50 kilómetros en petar.
En las subidas me quedo atrás mientras en las bajadas hago valer mi mayor peso para acercarme a mis compañeros de aventura.
Vamos por las mismas pistas agrícolas que habíamos transitado hasta que en una doble curva casi me la pego. Es una doble curva izquierda-derecha que trazo como si fuera Pedrosa siguiendo el rastro de Tiko y con Alfons detrás mío, pero en la curva de derecha me acerco demasiado al interior y cojo un resalte que me hace volar medio metro o así, pero que me impide acabar de trazar la curva y me pego un recto saliéndome por el margen izquierdo de la pista donde un campo sembrado me espera. Entre la pista y el campo hay un desnivel de bastante más de medio metro y en un gesto instintivo echo el cuerpo atrás, tiro del manillar y pego un salto con aterrizaje perfecto en el campo, todo ello aderezado con un grito digno de un kamikaze.
Paro la bici y casi no puedo hablar. Menudo susto. Me podía haber empiñado a base de bien pero unas veces tienes suerte y otras no, y hoy era mi día de suerte. Alfons se hace cruces de que no me haya caído mientras le explica a Tiko la maniobra de supervivencia que he hecho y me dice que creía que me caía. Sí, lo confieso, yo también creía que me caía.
Sin más incidentes seguimos hasta casa de Tiko donde nos invita a un aperitivo y me bebo una Pepsi que me sabe a Gloria Bendita.
Dándole las gracias nos despedimos hasta la próxima, bicis al coche y para casa, que la familia de Alfons le esperaba para que hiciera una paella que, mucho me temo, comieron algo tarde.
Al día siguiente, lunes festivo, más bici. Esta vez con Dami y Kiko en Badalona.
La hora de salida mucho más cómoda a las 9:00. Como andan un poco resacosos después de algún tiempo sin montar en bici, decidimos hacer una salida light que a mi, después del machaque del día anterior, me pareció más que bien.
Aún así subimos la pista del depósito sin siquiera pararnos a beber ni un trago de agua y mucho menos a descansar. ¿Qué ha sido de esos anacardos que nos zampábamos en el Collet de la Vallençana?. Cuando dicen de ponerse en forma no hay quien les tosa.
Total, que entre bufidos y resoplidos llegamos arriba de la pista del depósito y cogemos un sendero que baja por la zona de Can Ruti a ratos convertido en trialera y que después de bastante tiempo sin frecuentar trialeras de este calibre, se me hizo bastante difícil de superar, teniendo que poner el pie a tierra bastantes veces.
Tras llegar abajo, cortadito reglamentario y para casa.
En resumen han sido unas jornadas de bicicleta memorables, con una compañía siempre magnífica y con unos parajes imcomparables que me han vuelto a meter el gusanillo de la BTT en el cuerpo, si es que alguna vez se marchó.
Solo ante el peligro...
Hoy el día no estaba para muchas historias.
Ha amanecido recién llovido, con nubes negras amenazando y diciéndome "Como salgas te vas a enterar".
Yo no me tengo por muy valiente que digamos, pero tampoco me gusta que me amedrenten con bravuconadas, así que me he vestido de "torero", he desayunado un poco y me he lanzado a recorrer mundo.
Hoy no tenía ningún compañero para compartir ruta. Diferentes compromisos familiares y la amenaza meteorológica del sábado me habían dejado más solo que la una. No es una situación nueva para mí, ya que entre semana casi siempre salgo solo, pero los domingos son más una jornada social que deportiva, pero hoy será diferente.
Total, que he salido y me he dirigido a la montaña de Badalona.
Tengo pensado llegar carenando la montaña hasta Alella y bajar por el camino que utilizamos la semana pasada Fran, Isaac y yo para subir, eso si el tiempo me lo permite pues la cosa no pinta bien.
Por el camino me encuentro con un grupo de cuatro bikers y durante un buen rato compartimos ruta. Al llegar a Montigalà me separo de ellos y empiezo a subir hacia Sant Joroni de la Murtra.
Contrariamente a lo que es normal los domingos, sólo me encuentro a un ciclista más durante mucho rato. El tipo de suelo de esta montaña no forma barro, así que se puede circular sin problemas.
No llueve ni hace aire, por lo que enseguida me tengo que bajar un poco la cremallera de la chaqueta porque la subida me hace sudar. Se nota que ya la temperatura no es tan fría como en el invierno.
Llevo un buen ritmo tranquilo, sin apretar el ritmo excesivamente pero tampoco me paro así que el promedio es bastante bueno.
Llego hasta la parte más alta de la Vallençana y, sin descansar, me dirijo a la subida del depósito -temible subida donde las haya-, pero se ve que estoy fuerte porque subo los primeros tramos sin demasiado esfuerzo.
Al pasar por la cantera de la Vallençana, me viene un tufo de los residuos que están utilizando para volver a rellenarla. Yo no entiendo mucho de esto, pero me parece a mí que estos materiales que se supone que son inertes y que están embalados en plástico y luego enterrados no deberían producir olor ¿no?. Se supone que son inertes.
Hago un repaso mental de las autoridades municipales y autonómicas y me pregunto si se preocuparán de venir a ver como la montaña huele a basura. Mucho me temo que no.
A lo lejos veo un grupo de ciclistas que sube delante mio y enseguida les cojo la rueda hasta que se paran a descansar en un replano, pero justo en ese momento del mismo replano reinicia la marcha otro grupo de cuatro o cinco ciclistas y me uno a ellos para la subida, al principio detrás pero en la primera rampa fuerte ya paso delante.
Cuando llego arriba ya sólo uno de ellos me acompaña.
En lugar de detenerme, me subo la cremallera de la chaqueta hasta arriba y empiezo a crestear en dirección a la Conrería. Allí tampoco me paro a coger agua pues llevo el bidón casi lleno, así que continúo en dirección a Nou Pins.
Justo donde se acaba el camino asfaltado y empieza la pista me encuentro un biker que sube empujando la bicicleta. El camino es subida pero tampoco como para tener que empujar. Miro las ruedas y las lleva infladas, miro los pedales y los lleva, hasta que miro la cadena y... oh, resulta que no tiene.
Le pregunto si tiene idea de dónde la ha perdido y me ofrezco a ayudarle a buscarla, pero me comenta que ya la ha buscado y no ha sido capaz de encontrarla, y que ya va de camino a casa. Me da las gracias y nos despedimos.
Sigo pedaleando solo y pensando si no tendría que añadir una cadena de repuesto a mi repleta bolsa de repuestos, pero creo que ya sería demasiado previsor. Hay que dejar algo a la aventura.
Paso Nou Pins, descanso habitual de ciclistas y hoy desierto, y enfilo hacia la Urbanización Alella Park por el GR-92.
Enseguida me doy cuenta que desde la última vez que pasé han ensanchado la pista y al poco me cruzo con un grupo de unos 25 paseantes. Como siempre reduzco la velocidad y los saludo cortesmente. En la siguiente curva me encuentro de morros con un 4x4 de los Mossos d'Esquadra a los que también saludo.
Ya era hora de que alguien patrullara y que los muchachos de los quads y los moteros dejen de campar a sus anchas y de destrozar las pistas por donde tienen prohibida la circulación, amén del evidente riesgo para los que tranquilamente paseamos a pie o en bicicleta, porque casi nunca reducen su velocidad al cruzarse con nosotros.
Antes de atravesar la urbanización Alella Park oigo a lo lejos, en la montaña, el sonido de un quad a todo trapo. Me acuerdo de la patrulla de Policía y pido para mis adentros que lo enganchen.
Inmerso en mis pensamientos atravieso la urbanización y tomo de nuevo el GR-92. Me quedo asombrado ante el espectáculo tan maravilloso. Bosque a un lado y a otro del camino mojado por la lluvia, con el único sonido de las gotas de lluvia cayendo y una leve niebla que le acaba de dar un toque especial. ¡Cómo me gusta la montaña! Aflojo el paso y me deleito con el espectáculo hasta que una bajada tirando a bestia reclama toda mi atención. Con el suelo mojado hay que estar atento.
Cruzo la carretera de Alella a Vilanova del Vallès y enseguida me incorporo a la "carretera de la Cornisa", por donde llego hasta el desvío que pensaba coger de bajada.
Nada más dejar la pista principal veo por donde ha subido el quad que había oído a lo lejos. Vuelvo a maldecir entre dientes al ver el estado en que ha dejado la pista por la que tiene prohibido circular.
Empiezo a bajar y las derrapadas están por todos sitios y son todavía más profundas en las curvas donde el muy... se ha cebado con el acelerador. Es evidente que no todos se comportarán de esta forma, pero la verdad es que es difícil que les pongamos buena cara cuando nos los cruzamos en la montaña, pues demuestran que no la aman lo más mínimo.
Empieza a llover más fuerte justo cuando estoy más a descubierto. Es lo que suele pasar, así que aprieto bajando hasta el Puerto de El Masnou y allí cojo el Paseo Marítimo hoy casi desierto hasta Badalona.
Sólo los surfers están sacándole provecho al alterado estado del mar.
Realmente me cuesta bastante menos hacer el recorrido en bicicleta que cuando lo hago corriendo. :-)
Por fin llego a casa con el pan recién comprado, bastante chorreando y con la cara llena de barro. Si no hubiera sido por el muchacho del quad, hubiera sido una salida perfecta.
On the road again...
Ya iba tocando que el tiempo nos diera una tregua y de que los fríos y las lluvias invernales se fueran por donde vinieron, dando paso a la esperada primavera.
El domingo el día era de lo más apropiado para ir en bici: solecito, temperatura agradable y sin viento.
Nos reunimos en Badalona Fran, Isaac y yo (Santi). Isaac estrenaba bici nueva, una B-Pro muy chula que por fin ha jubilado a la Decathlon que ya empezaba a estar para el arrastre. Tras los saludos de rigor, nos ponemos en marcha hacia el Paseo Marítimo de Badalona.
Nuestra ruta prevista para hoy es una que nos llevará hasta la zona más alta de Alella, por donde transcurre la llamada "Carretera de la Cornisa". Esta ruta sube muy progresivamente y excepto el tramo final es "apta para todos los públicos".
Al llegar a la Rambla de Badalona, parada técnica a ajustar el freno de disco trasero de Isaac que no para de rozar y que en los 10 minutos que hace que salimos, ya nos tiene locos. Realizo la operación como si fuera un experto y a la primera queda bien ajustado. Realmente estos frenos con montaje Post Mount son mucho más fáciles de ajustar que los I.S. y sus arandelas. Hasta yo puedo hacerlo.
Nuestros oidos nos agradecen el silencio y seguimos hacia la estación de Renfe de Montgat Nord donde abandonamos el Paseo Marítimo y empezamos a subir un poco por la montaña.
Vamos tranquilos, charlando, contándonos nuestras cosas, pues hacía tres semanas que no nos veíamos. Así, poco a poco, llegamos a Alella y empezamos a subir hacia la montaña. De vez en cuando hacemos una paradita para descansar y tomar un traguito de agua, hasta que nos toca enfrentarnos a la parte más dura de la subida. Allí se empiezan a ver muchos molinillos funcionando muestra de que todavía falta mucho para estar en forma. Como yo no soy para nada partidario de ese desarrollo tan fácil, intento que Isaac no abuse de él y evitar así que se queme, pero no está mucho por la labor así que lo dejo que vaya a su rollo.
¡Por fin llegamos arriba! La verdad es que hoy les ha parecido algo más fácil que la otra vez que los subí por el mismo camino. Seguramente la agradable temperatura y el solecillo ayudan. Seguimos avanzando hacia el norte sin "negociar" la ruta que íbamos a a seguir. Creo que pensaban que íbamos a repetir lo que hicimos la otra vez que vinimos por aquí: tomar café a Can Raspall y emprender el camino de vuelta, pero yo tenía otros planes algo más malvados. ;-)
Conforme vamos pedaleando, dejo caer un "Podríamos llegarnos hasta Sant Mateu, ¿no?". La cara de Fran se cambia por completo pues sabe que eso supone subir un rato más. Isaac, que no conoce el camino, no pone demasiadas objeciones hasta que tras una curva de la pista ve lo que todavía nos falta por subir y se le pone una cara parecida a la de Fran. A pesar de las caras, en ningún momento ponen ninguna excusa para no ir a la Ermita de Sant Mateu, así que subimos y subimos y subimos...
Tanto subir tiene una recompensa y es la vista que se tiene de la costa del Maresme. Nos paramos en el Mirador de la Cornisa y descansamos mientras nos deleitamos con el paisaje.
Finalmente llegamos a Sant Mateu tras una trialera de subida que cada día está peor. Allí Fran e Isaac se zampan unas barritas y para abajo que ya se hace tarde. Escogemos una pista que baja hasta Premià de Mar y que tiene unos desniveles bestiales. Hoy los frenos nuevos de Isaac van a demostrar lo que valen.
Con la adrenalina baste alta y tras un pequeño revolcón de Isaac sin consecuencias, llegamos a Premià de Mar. Cogemos agua en una fuente y atravesando un paso subterráneo nos incorporamos de nuevo al Paseo Marítimo.
Allí está la población entera de la comarca del Maresme y algunos cuantos más que hemos venido de fuera. Atraídos por el solecito de la mañana hay unos diez mil millones de paseantes, niños en bicicleta, runners y, en la playa, el primer topless de la temporada.
Empezamos a esquivar gente hasta que cogemos la rueda de un par de ciclistas veteranos que tienen lo que hay que tener y que no tenemos nosotros... un timbre en el manillar para ir avisando de nuestra presencia. Hoy sin ese pequeño artilugio nos hubiera costado avanzar más todavía debido a la densidad del tráfico.
Por fin llegamos a Badalona y allí nos despedimos hasta la semana siguiente, con la satisfacción de haber hecho una salida con un poco más de fundamento que las invernales, que habían sido de supervivencia.
Verano Azul
Cuantos más seamos más nos reiremos
El motivo, pues que ellos no salen nunca por este parque y "eso no puede ser". Conociendo a Fran, seguramente que les ha comentado que es el paraiso del MTB, que no es tan duro como Badalona, pero nada más lejos de la realidad. Os explico.
A las 8:15 nos hemos reunido Fran, Isaac, Enric y su grupo (lo siento pero no me quedé con los nombres de todos), Dami, Félix y Santi. En total 8. Casi un pelotón.
Tras las presentaciones de rigor y el hinchado de una rueda un poco floja, empezamos a subir por la pista de Can Catà.
Conforme vamos subiendo se me ocurre comentar a ver que día subimos por otra variante que, yendo al mismo sitio lo hace de forma más directa y, evidentemente, con mucha mayor pendiente. Nosotros conocemos esa pista como "la biga", ya que en una parte del recorrido la pista se convierte en una pared que se te atraviesa como su propio nombre indica.