Muchas lunas desde mi última aparición por este blog a contar peripecias.
El verano que nos ha abandonado ha dejado pocas epopeyas ciclistas para el recuerdo, por no decir ninguna, ya que las vacaciones de verano han sido eso... vacaciones.
Desde el retorno al hogar después de la huida veraniega, he intendado reducir el incremento de masa corporal -básicamente en forma de michelines- con salidas en bici más o menos largas, aunque la NOTICIA así, con mayúsculas de este verano, ha sido la incorporación de mi cónyuja al mundo de los ciclistas.
Con ella he compartido media docena de salidas por la montaña y sinceramente evoluciona favorablemente.
Esta semana pasada, coincidiendo que el día 25 era festivo en Barcelona ciudad y que mis mujeres tenían obligaciones que cumplir, me dirigí a darme una vueltecita sin prisa. No tenía un destino fijo y sólo me proponía rodar un poco hasta que me cansara y para casa.
Salí en dirección al GR-92 en la zona que atraviesa el Maresme y como me iba encontrando bien, pues seguí hasta que enfrentado a la subida al Santuari del Corredor ya me noté bastante cansado, así que tras coronar, me dirigí a Sant Celoni, cogí el tren - por cierto, al ser festivo en Barcelona, se consideró festivo en toda la red de cercanías de la provincia y me tocó esperar casi una hora el tren. Bien por RENFE...- y para casa a donde llegué con el tiempo justo de preparar la comida y compartir mesa con mi cónyuja.
No contento con los 62 kilómetros del ala, el domingo me junté con Alfons y Tico, con la intención de seguir el track de la Trinxacadenes 2005. Esta es una pedalada joven pero que está teniendo muy buenas críticas por parte de los bikers que la han realizado. Transcurre por la zona de Vallromanes y Santa Maria de Martorelles y se presentaba bastante dura sobre el papel, bueno, mejor dicho sobre la pantalla del ordenador, que es donde se evalúan estas cosas antes de hacerlas.
Así me reuní con Alfons en Montcada y por la carretera de la Roca nos dirigimos hacia Santa Maria donde nos encontramos con Tico. Por el camino nos adelanta un trío de ciclistas de carretera y aprovechamos para cogerles la rueda y llegar en un periquete a Santa Maria.
Hechos los saludos, empezamos a subir hasta la intersección con el track que pretendíamos seguir y que nos costó un poco seguir.
Tras abandonar el asfalto y empezar a subir la pista de tierra, un comentario de Tico me dejó bastante mosqueado: "Uy, si aquí es donde una vez se desmayó mi cuñado subiendo estas cuestas". Comentario premonitorio sobre la dureza de lo que nos esperaba.
Unas rampas impresionantes, con el firme en mal estado, pronto me obligaron a poner el plato pequeño y en los tramos más duros, el molinillo fue mi compañero de fatigas. También cambié el deporte del ciclismo por el del senderismo en el tramo final de una de las subidas. Iba con la lengua fuera y eso que acabábamos de empezar... Mientras tanto Alfons y Tico subían hablando como si tal cosa. Definitivamente me falta bastante para ponerme a punto y los excesos vacacionales me siguen pasando factura.
Tras coronar la Serralada de Marina, la cosa ya se suavizó bastante y al llegar el GR-92 tras pasar por un recóndito sendero, un numeroso grupo de bikers nos adelanta y el que iba en cabeza, se pega un talegazo de mil demonios justo delante de nosotros, sufriendo desperfectos de chapa y pintura en el codo izquierdo. Un chorro de agua bastó para limpiar la zona y para seguir la marcha. Definitivamente el neumático Michelin que llevaba en la rueda delantera, que ya no me gustaba, ha pasado a la lista de "cosas que nunca pondré en la bici" pues la derrapada que hizo y que provocó la caida no estaba muy justificada.
Sabiendo que tocaba bajar hasta Alella para volver a subir, nos tomamos la licencia de variar el track sobre la marcha y cambiar ese baja-sube por un café con leche en Can Raspall, donde volvemos a coincidir con el biker accidentado.
Volvemos a retomar el track y emprendemos la bajada a Vallromanes por un sendero precioso donde con una rama me pego un corte en el dedo meñique de la mano izquierda que un poco más y hubiera necesitado un punto de sutura.
Pasamos Vallromanes y seguimos en dirección al Campo de Golf donde la montaña que tenemos de frente nos separa de Santa Maria de Martorelles. Como suponemos, el track atraviesa la montaña, así que de nuevo nos zampamos un subidón acongojante -por no decir acojonante- y al final termino pateando los metros finales de la subida más dura. Estoy hecho caldo y todavía falta bastante, suerte que Alfons propone bajar lo más rápidamente posible hacia Santa Maria de Martorelles pues ya se hacía tarde.
Tomamos una pista de bajada que nos lleva directamente hacia Santa Maria, donde nos despedimos de Tico y cogemos la carretera de la Roca para volver hasta Montcada. Al pasar por Sant Fost de Campcentelles nos adelanta un ciclista de carretera y Alfons tira tras él como un poseso. Yo intento seguirles pero voy ya bastante tocado.
Aún así consigo mantener más o menos la rueda hasta que faltando 1 km para llegar a Montcada pierdo la rueda y me rindo. Alfons que me ve afloja y como buen compañero de fatigas me espera.
Llegamos a Montcada y allí nos despedimos hasta la siguiente batallita y yo sigo por el paseo fluvial del Besós hasta casa donde llego hecho unos zorros, como si me hubieran dado una paliza.
Me preparo un bidón de Isostar que me sienta la mar de bien y haciendo memoria no recuerdo haber hecho una salida tan dura como la Trinxacadenas.
Habrá que seguir saliendo y definitivamente hacer un poco de dieta porque esto ya no puede seguir así...